«Teófila
puso ayer la primera piedra de la grada del Carranza y a nosotros más
que ponernos la primera piedra del pabellón nos la tiró y todavía la
estamos buscando» señalaba un dirigente vecinal que tenía cara de ser
«de ideas» porque yo le vi, así con disimulo, una medalla que llevaba
colgada y más que al Cristo de la Piedad, que es de Pepeblas, me parece
a mí que era una foto de Chiqui Pérez, el muchacho del PSOE que ha
perdÍo el loro.
A la primera piedra del pabellón
deportivo del casco antiguo, que cumple ya siete magníficos años en
obras, le ha salido verdín de la cantidad de humedad que ha cogio.
«Tiene más moho que el casco de la carabela de Colón» señalaba una
sesentañera de roete alto, bambito invernal y pulsera antihumedad que
asistía al acto en calidad de observadora: «Mira, mushasho, yo estaba
de prácticas de cajera de Simago cuando empezaron las obras. Fijate tú,
que todavía me hablaba mi marío*» (ver aclaración histórica). No
existía todavía el Mercadona y mira si hace tiempo que ya hay uno hasta
en Medina».
«Fíjate tú. Yo me compré un chandá
porque decían que iban a dar clase de futin, vamó de corré, pero en
inglé, que yo no sé como se corre en inglé. Y al final como no hay
pabellón pa lo único que ha servio es pa ir por churros los domingo.
Por cierto, hijo, que limpito ayé los chiquillos esos del Puerto que
iban de churrero. Qué bien criao, verdad, pero hay que vé que no
llevaban ni un lamparón en los delantales, más que de churreros parece
que iban de propaganda de Wip Expres, que trabajadores más escamondao».
“Igualito que mi cuñao que trae el delantal que na má llegá la
Margari..oé, mushasho, no me mire con esa cara que tiene de amasador de
croqueta. La Margari es su mujé. Po mira le coge el delantal y de la
grasa que lleva, lo exprime y con lo que cae llena la freidora. Vamo
que come papa frita ese día el hotel Atlántico entero al 95% de
ocupación.
Me alejé como pude. Ella seguía
hablando. Le daba igual. Se había puesto en rollo automático y no
paraba. Cerca de allí el insigne gaditano Sebastián Pérez repartía,
completamente gratis, unos trozos de viga maestra oxidá como recuerdo
de la ocasión. «Ahora vamo a sacá al Caído en procesión, explicaba a
los medios en una rueda de prensa en la que no admitió preguntas, Si
sacan al Cristo de San Antonio pa que caiga agua, po nosotro vamo a
sacá al Caído a ver si caen por aquí los obreros aliñaos con mezcla».
«Queremos
jugar aunque sea al cocosanding» rezaba la pancarta puesta encima de
una furgoneta de reparto de la panadería Las Navas ya que el
Ayuntamiento no había querido ceder un tablao para el acto aduciendo
que estaban todos ocupados para comidas con los jubilados, una
actividad que les gusta mucho a los concejales del PP porque se sienten
«en ambiente».
Un dirigente vecinal señaló
«que el último partio amistoso, categoría senior, que jugamos entre la
peña El Molino y la peña Theo Vargas lo tuvieron que disputar en la
carga y descarga de la plaza del Mentidero pero hubo que suspender el
encuentro en el minuto 23 de la segunda parte porque el balón se
embarcó en el tercero derecha y el tío no lo quiso devolver porque era
un malaje. Ni si quiera cuando le mandamos a un comité negociador pro
recuperación de la pelota la quiso devolver».
Este
mismo dirigente vecinal señaló que las obras «a partir del lunes tiene
que ir a paso horquilla porque de lo contrario estamos dispuestos a
encadenarnos en chandá a una viga y no nos moveremos de allí hasta que
no pinten las rayas del campo y avisamos que como eso siga así vamo a
ir al Carranza y les mangamos a Fomento los sacos de cemento, van a
tener que sentarse la gente para ver el fútbol en las estanterías del
Supersol».
«Mire para que usted vea los años que
llevamos esperando que el Ayuntamiento construya el pabellón, el
marcador que había previsto lo iban a hacer con dos cartulinas del
estanco de Madueño. ¿Cuándo va a salí esto, usté?».
*
Me hablaba mi marío: Expresión coloquial que indica estado de noviazgo
en fase incipiente y que expresa que el susodicho tan sólo se
relacionaba con la susodicha suscintamente con el lenguaje, sin que
hubiera vamonó ni acto alguno que pudiera sonrojar a la Conferencia
Episcopal.