No sé si ustedes saben quien es Pepe Benítez. Los ya
maduritos no tendrán ninguna duda, pero quizás los más jóvenes no sepan
muy bien quien este hombre de nombre tan complicado, más propio de
haber nacido en Checoslovaquia que en Cádiz.
Pepe Benítez ya superó la sesentena y dejó la radio
hace unos años. Ahora está ingresado en un hospital de Córdoba donde ha
sido sometido a un transplante de pulmón para sustituirle esa pieza que
el puñetero se reventó porque ha sido siempre un gran cabezota y el
cigarro no lo dejaba nada más que cuando tenía que hacer los anuncios
de HiperCádiz y poco más.
Yo fui chiquitito, aunque ustedes no se lo crean no
llevo toda la vida ahí puesto, que parece que siempre estoy asomado al
balcón como si fuera una de esas criticonas de los barrios que ya han
desaparecido sustituidas por el Aquí Hay Tomate, que es lo mismo pero
con una pantalla de plasma.
Pues de chiquitito yo era de esos niños que cuando
iban de paseo se llevaban la radio puesta para escuchar los partíos del
Cádiz narrados por Juan Manuel Pedreño. Yo sé que Agustín Rascón, mi
compañero de Punto Radio, me va a perdonar por confesar este amor, pero
siempre he sido de la Ser y, si me apuran, de Radio Cádi.
Escuché goles del Cádiz por el Parque Genovés, cuando
funcionaban las fuentes, por La Alameda con barcos de fondo y en Las
Palomas en la modalidad de radio en la oreja y dos bolas de ensaladilla
en el plato. Ahí estaba lo más incómodo, pero uno se sacrificaba. Pero
que bien sentaba una tapa de merluza rebozá después de un gol de
Villalba a centro de Mané.
Entre partío y partío del Cádiz había un señor que,
la verdad, no era la voz habitual de la radio, pero que no se porqué,
cuando hablaba, parecía, por su cercanía y forma de hablar, que estaba
sentado en tu hombro. Si ya sé, Pepe, que exagero, que eres muy bajito,
pero que no es pa tanto.
Ese señor bajito cuando pasaban los Reyes me servía a
mi de fondo a mis impresionantes partidos de furbo con tapones en los
que siempre el Cádiz lograba una abultada victoria. En enero comenzaba
el Gran Carnaval y el programa extraordinario de las tardes sobre la
fiesta. Entonces Radio Cádiz tenía un tridente carnavalesco en el que
jugaban Pepe Benítez por la izquierda, Juan Manuel Pedreño por la
derecha y por el centro, una señora con voz de abrazo que se llama
Carmen Coya.
Pepe Benítez lo mismo te aparecía en una peña
contándote no se que festival, que en el ensayo de la comparsa de
Antonio Busto, que te traía al contralto de la comparsa de Aurelio del
Real. Yo no sé como ese hombre era capaz de estar en tantos sitios y
siempre estaba loco por conocer que coche tenía porque tendría que
correr un taco.
Luego las cosas que te pasan. Un día, en que me
dieron el tremendo premio de permitirme hacer radio y en Radio Cádi,
tuve la suerte de conocer al hombre bajito que te hablaba como si
estuviera puesto en el hombro. Bueno la verdad es que ya lo conocía
porque que acto de Cádiz no era presentado por Pepe Benítez, que se
había convertido ya como en un ingrediente más de la berza de la peña
Nuestra Andalucía o en animador perpetuo de la erizada. Hasta el
concurso del Falla era presentado por Pepe Benítez y no se yo si tú
mirabas detrás de los leones de Correos y te salía también Pepe
Benítez, con barba incluida.
El hombre que corría mucho, que hablaba de Carnaval y
que fumaba a todas horas me dio un día un micrófono y me mandó a un
ensayo de la chirigota de Juan Poce. No sé, desde ese momento, cuantas
cosas aprendí de el, de su capacidad para hacer radio, de su habilidad
para mantener siempre a la gente interesada y por su simpatía para que
siempre en el estudio hubiera alguien esperándolo para contarle alguna
cosa. Era casi como un médico al que la gente venía a ver para que le
solucionara sus problemas carnavalescos…Pepe lo que deberías haber
puesto era una consulta.
Yo no sé cuantificar cuanto ha hecho Pepe Benítez por
el Carnaval de Cádiz. Si sé que ha sido el tío que más carnavaleros ha
entrevistado en su vida y el que ha defendido muchas causas de este
mundillo que, por entonces, cuando el trabajaba en esto, era algo
marginal, que interesaba a muy pocos y cuando jamás alguien del mundo
de la fiesta podría soñar con ocupar páginas de periódicos.
Sin embargo Pepe, se marchó al final por la puerta
pequeña, sin hacer mucho ruido y sin los aplausos que merece por eso me
ha hecho mucha ilusión que los hosteleros de la provincia y, en
particular Antonio de María, otro obrero de Cádiz, se hayan acordado de
el y lo distigan por su labor.
Y ya que estamos, y como ya tengo el corazón salío,
me van a permitir que le mande un besito a él y otro para Eva, su
mujer. Eah, ya he acabao.