Miércoles de cenizo

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Sabía
que podía ser que sí, sabía que podía ser que no…es decir que no
sabía que sabía. Sabía que podía ser, pero sabía que no podía ser y, es
más, no sabía, si podía o no podía y nadie le había dicho lo contrario.
Si estuviera en el barrio de la Viña, en la barbería que tiene su tío
José Enrique, la cosa hubiera sido más facil de definir: Mi sobrino
tiene la pisha echa un lío. En la calle de La Palma se definen las
cosas así de fácil, es por la cercanía del mar, que hace que hasta las
cabezas llegue mucho oxígeno.

Sabía que tres
puntos podían separarle un viernes de gloria de un miércoles de cenizo.
Si pasaba a la final, si estaba entre los elegidos, el viernes le
sabría a melva canutera de Barbate, con un pimientito morrón, que es
una joya que se le pone a la melva por arreglarla un poquito. Y si se
quedaba a las puertas, si se quedaba fuera del tan ansiado premio,
sería su particular miércoles de cenizo. A él lo de los cuchillos
largos no le gustaba, oé ni que el Falla fuera el puesto de Serafín, el
de la calle Compañía. Los cuchillos, pa lo único bueno que sirven, son
para cortar los chuletones de carne de retinto y para que la caña de
lomo salga finita, como las ostias que te dan en las misas.

J.C.P.
llevaba el pacifismo a sus últimas consecuencias. Jamás mató a un
mosquito aunque le hubiera picado en la punta de la nariz y si se
encontraba una hormiga perdida por su casa, la acompañaba hasta que
encontrara el hormiguero. Es más si existiera Protección Hormiguil él
hubiera llamado para que le mandaran al insecto sextipatoso (de seis
patas en plan fino) una patrulla de rescate. Un día su Maripili lo
sorprendió tirao en el suelo hablando con un grupo de hormigas a las
que preguntaba si conocían a la madre de la que el tenía en la mano
porque el creía que se había perdido. Ella también tiene la mente
clara: Está como una regaera, una regaera ecologista, pero una regaera.

Reconoce
que tan sólo una vez perdió los nervios. Se había llevado toda la noche
sin dormir. A media mañana había visto a un jilguero comerse una tapita
de alpiste en salsa verde en su balcón y se prometió escribirle la
copla más bonita con la que jamás hubiera soñado un pajarito. No vea la
de poesía que le hizo al animal volátil. Al pico lo comparó con el
márfil de las Indias y hasta las cagaditas del jilguero a ese hombre le
parecieron bellas. Cuando llegó al ensayo emocionado con el pasodoble y
lo cantó a media voz, acompañándose de la guitarra, como si fuera una
versión avícola de Pedro Guerra, el director de la agrupación dijo «Eso
no vale ná. Es más cursi que una tortilla de kiwi y pétalos de
amapola». Si no hubiera sido por El Chipichambo, el contralto de la
agrupación que hace pesas en un gimnasio de la calle Bendición de Dios,
el director hubiera terminado colocado de calicha en la pared situada
justo detrás de él, pero el Chipichambo agarró a J.C.P. por el cuello,
como un jilguero y lo tranquilizó subiéndolo por lo alto. Es lo que el
llama un izado de bandera antiestres.

J.C.P.
sabe que en el Carnaval no hay purgatorio. O se está en la final o eres
víctima del miércoles de cenizo. Le habían dicho que la cosa en
chirigotas, que es lo suyo, estaba fatal y que uno de los jurados era
más clásico que los trajes de rayas de Vicente del Moral. Su chirigota
era de las clasificadas como modernas semiblandas, por lo que poco
tendría que hacer…Pasará la que todo el mundo sabe, se repetía una y
otra vez.

Pero el chipichambo llegó con una
buena nueva. Le había comentado un amigo en la puerta que había visto a
uno del jurado tomarse un fanta y leyéndole los labios le había
entendido decir que los suyos estaban en la final y que habían superado
a los que tú ya sabes en tres puntos. ¿Y tú crees que tú amigo sabe
leer los labios, Chipichambo? A no sé, yo nunca me he leío el café, yo
me lo bebo más bien, J.C.P. a lo más que llego es a leerme el Gala los
domingos.

Eran las tres de la mañana.
Transmite Manolo Camacho en Punto Radio. En la ciudad de Cádiz, tarari,
tararin…pues os váis a quedar con las ganas, que se me han acabao las
líneas.