Faltan los pinchitos

La plaza de Las Flores, que se ha convertido en Carnaval en una especie de foro de las culturas, demanda un puesto de pinchitos para el domingo de coros

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Yo personalmente me quedo con la representación
hispanoamericana. Me encantan los peruanos de la plaza de Las Flores.
Ellos llegan allí con sus altavoces, sus instrumentos de grandes
dimensiones, su manta puesta sobre los hombros, su pelo tremendamente
moreno, sus grandes napias (no sé por qué todos tienen grandes napias)
y a tocar mientras ofrecen compandis como la mejor de las agrupaciones
del Carnaval de Cádiz. A su alrededor se congrega la gente. Muchas
veces no sé si por escucharles o porque muchos, algo despistados, creen
que es una chirigota.

Los peruanos parece como si estuvieran guardados
debajo de la fuente de la plaza de Las Flores. Llega el domingo de
Carnaval y, alehop, como los trapecistas del circo, aparecen allí ya
con los instrumentos puestos y la manta no se la quitan ni aunque le
pongan al lado un horno de esos de los puestos de papas cocías.

Pero hay un elemento que no recoge el coro del Lama y
que es también otro de los rasgos que caracterizan a la plaza de Las
Flores durante el Carnaval y es el simpar remolque de Tere la de la
Tartana, que hace los bocadillos como le da la gana. Nadie conoce a la
verdadera Tere, porque además sus tartanas aparecen ya en cualquier
sitio, como si fuera una multinacional del Piojitos food. Reconozco que
siempre me ha llamado la atención su oferta de hamburguesa. Cuando me
aburre alguna chirigota que se sube a las escaleras de Correos me
pierdo y me sumerjo en el universo de Tere la de la Tartana. Sus
fruteros de Duralex perfectamente alineados sobre el mostrador. En uno
rodajas de cebolla, en otro rodajas de tomate. Todas las lonchas
iguales. No había un tomate más gordo que otro, ni una cebolla que no
fuera de blanco inmaculado, como la bata de un dentista. Alguna vez he
pensado si serían siempre los mismos. No sé hasta el humo de cada
hamburguesa me parecía igual que la de antes. El dependiente preguntaba
si kechup o mostaza y también todos los chorreones eran iguales, como
decía Paco Leal con la churrera de La Guapa, que un churro de más no se
lo daba a cualquiera, Tere la de la Tartana no da un chorreón de kechup
de más a cualquiera.

Tere jamás dejaba de vender hamburguesas a pesar de
la dura competencia de alrededor con los simpares chocos fritos de Las
Flores, las inigualables baguetes vegetales del Don Pan y las
tristemente desaparecidas empanadas de Compañía. Este año todos
deberemos de ir, antes de acudir al Carrusel, hasta el horno y hacer
una genuflexión ante su puerta como muestra de agradecimiento por tanta
hambre quitada de un domingo de coros. Yo creo que al igual que en
Corpus las cofradías gustan de montar altares, nosotros los que somos
de comé deberiamos montar el primer domingo de Carnaval un altar a la
empanada de Compañía, junto a la cuchillería de Serafín y besar la de
atún y la de carne, oé igual que los capillitas le besan a los santos
los pies.

¿Quién conquistará el nicho de mercado de las
empanadas de Compañía este año? Esa será una de las claves
gastronómicas del Carnaval 2006.

Pero no cabe duda de que para completar el cruce de
las culturas en la plaza de Las Flores quedan aún dos elementos y son
la cultura asiática y la cultura del Magreb. Lo de Asia se puede
arreglar fácilmente y es que el Supersol que hay en el antiguo solar
del Cine Andalucía ofreciera un arroz tres delicias, con tortilla por
supuesto. Ya los rollitos imperiales que se los traiga la gente de su
casa, que lo que importa es la voluntad. Tú llegas con tu rollito y te
dan un cuenco de arroz y parece la plaza de Las Flores la plaza de
Tiananmen.

Pero lo que sí me gustaría a mí es que en medio de la
plaza pusieran un puesto de pinchitos morunos, de esos picantes, que te
tienes que beber luego tres cuartos de litro de Cruzcampo y aún así la
boca se te queda más caliente que La Caldera de Joaquín Quiñones.

Mi padre me cuenta que antes en los Carnavales eran
habituales los puestos de pinchitos morunos y aunque ahora, más que
morunos, sean del Procosur, tengo yo ese capricho. A ver si se presenta
algún voluntario. Y Pepe Blas, por la grúa municipal, no le vayas a
negar la licencia, que te conozco.