No
cabe duda de que Cádiz te da sorpresas todos los días. Por ejemplo,
este sábado descubrí gracias a un maravilloso artículo de Sheila Anaya
publicado en LA VOZ de Cádiz que el recordman mundial en rotura de
sandías por el contundente método del certero cabezazo habita entre
nosotros, concretamente en la capital mundial del atún, Barbate.
El
recordman barbateño que responde al nombre de Leonardo D’Andrea y que
es pizzero y oriundo de la Bella Italia, el país, no la pizzería, es
capaz, según relata el mismo, de romper 36 sandías en un minuto dándole
cosquis monumentales logrando cascarlas como si fueran huevos para
tortilla. Todos creíamos que el único hombre capaz de esta heroicidad
era el contundente defensa gaditano Raúl López, pero resulta que
tenemos al mejor del mundo en este apasionante deporte y nosotros, aquí
en la capital de todo, sin enterarnos. La verdad es que Cádiz estaba
huérfano de héroes tras la retirada de Rafael el bizco y Leonardo viene
a rellenar este hueco.
El Cocosandin o deporte
de seccionar la sandias mediante certeros golpes frontales fue
inventado en el siglo XVI por el sacerdote jesuita Honorio Bononato,
quien ingenió un partido entre dos de sus discípulos para dilucidar así
una agría discusión sobre el dedo gordo incorrupto del pie de San
Viriato que se conserva en el Santuario de Padua. En el Códice de
Espartaco, fechado en 1532, má o meno, se narra como Piero del
Mondongo, discípulo aventajado del jesuita inició una disquisición
filosófica el día de San Jeremías. Defendía el joven, que estaba en
tercero pa aprendé a jesuita, que el dedo de San Viriato no podía estar
incorrupto porque olía no a sandía precisamente. «Má que a santidad,
aquí huele a pie, exchelentísimo pater Honorio. Con este olor a la misa
de ocho va a venir menos gente que a las del oratori di San Filipo
Neri». «Oh Piero, no blasfemes», le corrigió el sacerdote. Terció en la
conversación Pacolio de Rímini, el otro discípulo del padre Honorio, y
tan beato que era capaz de ver el cuerpo de Cristo hasta en el relleno
de una lasaña. «Mai yo creo santísimo y eminentísimo pater (Pacolio era
muy pelota) que el dedo de San Genaro huele a queso Gorgonzola». «Sí a
Gorgonzola, pero porío, pero no vé que San Viriato lleva con los
calcetines puesto tres siglos, Pacolio, los lleva soldao como las
planchas de un barco de Astillero».
Como la
discusión no se acababa y se acercaba la hora del ángelus el jesuita
Honorio, viendo que no iban a escuchar como el Ángel anunció a María,
vio que en la mesa de la cocina el Padre Caneloni tenía preparada para
el almuerzo una de las famosas Pelotillas Conilensis, que no eran otra
cosa que sandias de Conil y más no viendo cuchillo cerca dijo: ganará
el favor del Señor quien demuestre tener mayor fortaleza de
pensamiento, es decir quien parta por la mitad esta peazo de sandía de
un cabezazo». Más como Pacolio erró en su intento y Piero, del cabezazo
que le dio, le partió hasta las pepitas, el padre Honorio exclamó: «Gol
en Chapín» y a partir de entonces, el joven Piero fue bautizado como
Oli de Padua.
La voz se fue corriendo por los
conventos y el cocosandin se hizo famoso por toda Italia. Un importador
de macarrones lo trajo a España y al parecer fue en Zahara de los
Atunes donde rompieron a cabezazos la primera sandía y se llenaron to
los yersis de caldo.
En el siglo XIX el
cocosandin cae en el olvido y es derrotado en una feroz competencia con
el parchís. Ya bien entrado el siglo XX se forma el primer club de
cocosandin en Grecia y son famosos los sandiistas en Nicaragua. En
1931, se formó la primera liga federada y El Clínicas San Rafaé fue el
primer equipo en lograr el título mundial al derrotar al Frigoríficos
Fagor por un contundente 14 a 3. Este partido se hizo famoso porque la
Guardia Civil detuvo tras el encuentro al capitán de clínicas San Rafaé
por haber partido una sandía inmadura.
El Ginés
de los récord recoge como primera marca mundial la obtenida por Cinexin
Zidanc, gran experto en cabezazos, que partió 14 sandías en un minuto
en el sandiodromo de Turín.
He querido hacer
este somero recorrido histórico sobre el cocosandin para que se
comprenda mejor la marca del pizzero de Barbate con su sorprendente 36
sandiazos en un minuto, haciendo añicos la hazaña de Zidanc.
Yo
creo que estas cosas no deben quedar en el olvido y al igual que se
hace en el furbo, que se llama a alguien para que haga un saque de
honor, hoy el concurso del Falla debería ser abierto por Leonardo
D’Andrea con un sandiazo de honor en el escenario del Teatro Falla y ya
con la frente llena de caldo escuchar una gran ovación del público. El
recormand mundial de rotura de sandías a cabezazos debe ser
homenajeado…con el Ayuntamiento de Cádiz, sí.