Dos grandes huevos

Por  9:13 h.

El Carnaval de Cádiz siempre ha tenido la suerte de tener grandes enamorados que lo siguen desde fuera con más pasión incluso, y ya le ponemos nosotros, que los de la trimilenaria. Uno de nuestros primeros grandes admiradores y difusores fue, y sigue siendo, Antonio Burgos, al que acompañaba en su pasión por el Carnaval de Cádiz Carlos Cano. Es cierto que Cádiz le ha dado también su cariño a estas dos personas que fueron pregoneros en la fiesta pero no está demás recordarlo porque su pasión fue la primera y dicen que la primera novia nunca se olvida. Luego hemos tenido más ilustres enamorados. Otro es el periodista Carlos Herrera que también cada vez que puede aprovecha para citar a la fiesta y mete coplas de ella cada vez que puede.
Pero este año nos ha salido un grupo de insignes novios que no sólo nos han amado desde la lejanía, en una especie de amor platónico como el que tenían los anteriores. Este grupo ha pasado de lo platónico al amor real, al carnal…carnavalesco quiero decir, que aquí la única concupiscencia que hay es el estribillo de los cuplés. Para hacer lo que han hecho este año los famosos, subirse al escenario y ponerse a hacer cuplés a la misma altura que todos los demás, hay que tener los huevos muy gordos, casi de dos yemas, porque cualquier fallo hubiera hecho que se convirtiera en un gran fracaso.
Mira que es difícil que los Morancos se tomen algo en serio, pero si se han tomado la chirigota. Ayer escuchaba a César Cadaval decir que habían ensayado a las dos de la tarde con lo difícil que tiene que ser cantar después de comerse una berza de coles, que me da a mí la impresión de que a César le tiene que gustar una jartá, porque  tiene cara de gustarle los cundiditos de cuarto, que es un detalle de gran sibaritismo.
Los cuplés de Los pre-paraos son más efectivos que una millonada en publicidad. Todo es magnífico. Ellos se lo están pasando bomba y Cádiz también. Estos novios que Cádíz tiene no tienen precio. Habría que conviarlos a una fritá de papa, porque los huevos, y bien gordos, los ponen ellos al haber tenido el valor de hacer una chirigota.