Canto al chubasquero tres

La chirigota Cádiz Sonríe propone en la pasarela del Falla combinarlo, para combatir la humedad, con el chándal de algodón en azul trimilenario

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Pero
además de marcar ganas de cachondeo pero con un poquito de pimienta,
como los buenos menudos, la chirigota viñera, siempre atrevida, se
presentó en escena en chubasquero tres cuartos por debajo de la rodilla
y aconsejaron su uso para combatir uno de los males ocultos de Cádiz,
la humedad.

Cádiz sufre de humedad y no está
sólo en las vigas de las casas y es la culpable de que se ponga
blandiblú el cemento blanco. Muchos de nosotros tenemos humedad en los
huesos y para ello no ha hecho falta bañarse en las aguas benditas de
La Caleta, donde todavía la carne de las caballas sigue siendo más
blanca. Yo creo que la blancura es porque todavía quedan en las aguas
restos del champú de huevo que utilizaba la gente en los años 60 para
lavarse la cabeza con la marea llena. En vez de zimpiritione los
champús en Cádiz llevaban salitre y extracto de picapica.

La
chirigota de la sonrisa permanente se presentó en escena en chubasquero
de tres cuartos, traslucidos que no transparentes, pero pronto se
despojaron de ellos para mostrarnos una prenda que cada día triunfa más
en la ciudad: el chándal.

Es una lástima que el
chándal esté tan mal considerado. Nunca sale nadie en chandal en El
Mentidero de Ignacio Casas y es una lástima porque es la prenda ideal
para «bajar un momentito». Ignacio deberías, un día, ofrecernos una
galería de gente en chándal, porque yo creo que se convierte, a pasos
agigantados, en la prenda más in de Cádiz. Tus entrañables mikokis,
pitus y potis estarían un montón de elegantes en vistosos y glamurosos
chándales.

El chándal no es un pijama, pero
conserva el calor de éste y si se le ponen o zapatos de tacón o
mocasines con calcetines negros dejan su condición de prenda esportiva
para convertirse en un atractivo pero informal conjunto que lo mismo
pega perfectamente con LA VOZ y su suplemento Mujer Hoy de los sábados
que con la bolsa de croasanes de La Belle de Cadix que, por cierto,
están pa matarse. No, no voy a hacer la gracia del papelón de churros
porque ya estoy pesaíto este año.

No comprendo
por qué la gente critica tanto el chándal y le niegan su carácter de
prenda de vestir. A mí me parece muy gaditano comprar un kilo de
lenguaos en la plaza en chandal. No veo por qué la gente lo critica. La
clave está en ir bien peinao. Si vas bien peinao no pasa nada. Oé, no
sale muchas veces por televisión Beckhan en chándal y no me digan que
el mushasho no es elegante.

Los grandes
representantes del buen vestir en Cádiz: Isi, Eutimio, Frankma…e
incluso Soriano, deberían tener una sección de chándales de vivos
colores y, no sé, hasta ese máximo representante del buen gusto
cofrade, Ramón Velázquez, también debería algún día capatacear a algún
Cristo de Cádiz en chándal, eso sí, de riguroso gris marengo.

La
Semana Santa de Cádiz marca tendencia. A lo mejor nos copiaban en
Sevilla que los acólitos de la Humildad y Paciencia fueran en chándal
en vez de vestíos de monaguillos…no siempre vamos a estar nosotros
copiando de ellos.

La chirigota Cádiz sonríe
marcó tendencia, y tras quitarse elegantemente el chubasquero, dejaron
ver una camiseta con ese lema tan fino de que todo el mundo no puede
ser de Cádiz, pisha, a juego con un pantalón en azul celestito
trimilenario. Así, informalmente, cantaron un repertorio de bigbais
pasodobleros, diciendo que aquí hay zonas donde la gente ríe…pero por
no llorar.

El chándal es la prenda ideal para
el Cádiz que sonríe. Es informal y, con tanto jubilado, pues va muy
bien. Antiguamente la gente estrenaba traje en el Corpus. Un símbolo de
modernidad mezclado con la tradición sería estrenar chándal en la
procesión del Corpus y manchárselo con una empanada de atún de la
Catedral…no están buena ni ná.

Es necesario
que los diseñadores de Cádiz, capital de la prenda deportiva, trabajen
en una colección de chándales para ir a la playa, fresquitos, de
redecilla, como los zapatos esos que llevan boquetitos para que circule
el aire. Sería superchuli que hicieran uno especial, con bolsillos como
los depósitos de la Zona Franca, para llevarlos a las barbacoas del
Carranza y poder meter dentro los mueblebar y las sillas de formica y
esas cositas que nos gusta a nosotros, con esa simpatía que nos
caracteriza, llevar a la playa.

Después se
quejará el comercio de Cádiz de que la gente sólo va al Piojito a
comprarse ropa…pero es que es donde está el mejor surtido de
chándales, sin discusión. El otro día me compre uno, estilo Atlético de
Madrid, a rayitas blanquiroja, que hace juego con los cubos de la
basura que hay en las casapuertas del casco antiguo y soy la envidia de
la calle cuando saco el cubito…vamos es que hay noches que lo sacó
dos veces, como si fuera Afligidos por el túnel de Santiago.

La
chirigota Cádiz Sonríe me gustó un montón porque no paré de reírme
durante todo el repertorio y porque tienen ese aire trapajoso de
Carnaval, con su poquito de poca vergüenza que es la que se ve luego en
la calle que es donde está la verdadera fiesta, cosa que muchas veces
se olvida.

La chirigota hacia reír tanto que
hasta el Crucifijo viviente, como el belén del colegio San Martín, que
llevaban en la presentación, se marcó unos pasos de baile. Ahora, lo
bueno, hubiera sido que el Cristo también hubiera ido en chándal…pero
con publicidad: Con Ayuntamiento de Cádiz, sí. Uy, uy, uy… a que me
excomulga Corbacho.