
Es uno de los hombres más activos del Carnaval. Con apenas 40 años, lleva la mitad en primera línea de creación o difusión. Pieza maestra en la mejor etapa del Yuyu, colaboró a resucitar el coro de su querida Salle-Viña, se lanzó a la aventura en solitario con éxito finalista en chirigotas y contribuye hace años a dar a conocer la fiesta en su faceta de periodista. José Sánchez Reyes ha vivido mucho y bueno en el Carnaval. Ahora está en la reserva activa, con la antología del Yuyu, pero no descarta volver a la primera fila. A la hora de quedarse con un año, se inclina por 1995, cuando vivió una experiencia muy particular.
-¿Con qué año se queda de todos los que ha vivido en la fiesta?
-Cuesta trabajo porque son veinte años pero puesto a escoger uno, quizás me quedo con 1995. Lo recuerdo con especial cariño. Aquel Carnaval participé en una chirigota que fue todo un bombazo: ‘Los últimos en enterarse’. Recuerdo el asombro del público al abrirse las cortinas en preselección y aparecer doce tíos, cada uno con su novia o esposa, y con dos grandes cuernos en la cabeza. Entonces era un atrevimiento y en Cádiz fue todo un cachondeo. Perdimos el primer premio ante ‘Los lacios’ por sólo un punto, aunque es cierto que hicimos una final muy mala. Recuerdo que Canal Sur emitió durante la final encuestas a personas en la calle sobre sus agrupaciones favoritas para esa noche. Un vejete dijo que le gustaba «la chirigota de los cuernos» porque era un tipo «muy gaditano». Sin quererlo, el hombre puso de cabrón a todo Cádiz. El estribillo, que aún nos acompaña en la antología, liberaba tensiones en el público.
-¿Más allá del Concurso, qué recuerda de aquel año?
-Aquel febrero de 1995 empecé a salir con mi mujer, Susana. El próximo día 16 hacemos 17 años juntos. Fue muy gracioso porque Susana estaba viendo en casa los resúmenes de semifinales y aparecí yo en la tele. Entonces le dijo al padre que le gustaba ese chaval. La cara que pondría el pobre de Paco, que en paz descanse, al ver que su yerno iba a ser ese que estaba en la tele con dos cuernos. Fue un año mágico. Nos reíamos mucho en los ensayos, que eran un descontrol absoluto. Carapalo, que venía de chirigotas con ensayos más duros, estaba asustado. Cada vez que salía del ensayo, Erasmo le decía: «Es igual, más nos vamos a reir». Y nos reímos. Y encima fuimos segundo premio.
-Su grupo, el de Canseco y Yuyu, suma dos años sin pisar el Falla ¿Se están acostumbrando a la paz?
-Aún no sé qué voy a hacer el año que viene, si en solitario o acompañado. Ni siquiera sé en qué modalidad, pero me gustaría salir con mi gente. De momento mantenemos la antología del Yuyu (aprovecho para hacer publicidad). Yuyu lo va a tener complicado y es cierto que la tranquila vida del carnavalero en paro engancha, pero siempre está ahí ese demonio que te recuerda al oído los buenos momentos que has pasado. Dejemos que pase este invierno y luego, Dios Momo dirá.
-Usted tuvo una estrecha relación carnavalesca con El Petra y este es el primer febrero sin su figura
-La ausencia del Petra me acompaña desde agosto y se ha recrudecido en el Concurso, donde se ha demostrado que es una persona que ha dejado huella. Principalmente por su calidad humana y por la tranquila y humilde manera de entender la fiesta. El Petra es de lo mejor que conocí en el Carnaval. El otro día acompañé a los siete que le cantaron el pasodoble de ‘Los doce gabanna’, chirigota que tuvo un detalle que todos los que tuvimos algo que ver con el Petra lo vamos a agradecer de por vida.