ACUARTETADO

UN HOMBRE Y DOS NOMBRES

Por  1:04 h.

 

Un trabajador de varios medios de comunicación de Cádiz colgó el pasado sábado una frase retadora en Twitter. «Ya pueden empezar todos los culturetas a decir lo que les gusta el pregón». Agradezco que me diera permiso y me arrogo ese título despectivo que, visto lo visto, una vez consideradas las tribus alternativas en el Carnaval de Cádiz, prefiero esa calificación. El pregón de Drexler me gustó, a rabiar. No ya por el autor, al que hemos glosado bastante, cuyo talento literario y musical tiene prestigio internacional, no sólo por las cosas que ha dicho y ha escrito sobre Cádiz, no ya por el humor de reírse del rechazo causado en los sectores más casposos de la fiesta gaditana (amplísimos por lo que se ve). No, sólo por él, fue una alegría ver a sus acompañantes. Al margen de figuras y cantantes reconocidos y reconocibles, me quedo con dos de aquí, que tuvieron presencia, física o evocada, activa o como recuerdo, casi constante. El primero es José Manuel Gómez. Aunque ya ha firmado, sin aparecer, varios, me gustó que tuviera cierto protagonismo el mayor talento vivo del Carnaval de Cádiz. Le pese a quién le pese. Incluso a él mismo, que huye cada vez que puede de los adjetivos, los halagos y el pequeño foco del aficionado. El más generoso, prolífico e influyente. Fue, y es, transformador y regenerador del coro, de la chirigota, ilegal o legal, del cuarteto y del romancero. Su contribución sólo es comparable, para mí, con la de Emilín Rosado.

El otro nombre que apareció en el pregón, constantemente, fue el de José Macías Retes, el autor de coros que más hizo por la supervivencia de la modalidad, desde que enseñaba a escondidas tangos antiguos de la Policía, para que no se perdieran, en un almacén de carpintería del Mentidero, hasta que fue a ayudar a afinar el novato coro de Los Dedócratas en 1977. Esto último no sería muy llamativo… De no ser porque el propio Macías Retes sacaba otro coro distinto ese año.