LA CAÑA DEL PITO

Los del monolito contra Manolito

El chirigotero es uno de esos hombres que hasta el final combatieron por una máxima: las leyes de su tierra

Por  8:07 h.

No se dejen engañar. Manolo Santander, pese a su apellido y a lo que proclama en sus coplas, es un griego. No un yogur, que ya peina (¿esas risas?) canas, sino un espartano. Uno de esos hombres que hasta el final combatieron por una máxima: las leyes de su tierra. De hecho, en el monolito que recuerda la batalla de las Termópilas (la chapa acaba pronto, no se preocupe) reza una cartel que dice: «Extranjero, dile a los espartanos que yacemos aquí por defender sus leyes». Y aunque daría gusto ver a Manolo Santander con la planta de uno de los personajes de la película ‘300’ y paseando sus abdominales apolíneos por La Caleta, es su perseverancia en la defensa de la esencia de lo gaditano lo que le hace merecedor de este adjetivo. (Pero la mente es libre, pueden imaginárselo golpeando en el pecho a un patoso que no se calla ante una ilegal diciendo «Esto es ‘Cadi’».)

El pasodoble de anoche de Bienvenido se contrapone al que defendió la chirigota de Manolo y del compañero Sánchez Reyes. Carnaval universal o carnaval gaditano. Y yo, que nací donde el olivo suena más que la mar (tampoco se dejen engañar en lo que el gaditano nace donde le da gana, nace donde le toca) no dejo de pensar en por qué debe ser Cádiz la única localidad que tenga una fiesta local en la que el criterio de los paisanos no tenga preferencia sobre los de fuera. Por supuesto, y Manolo (el espartano de La Viña) lo defendió, el visitante siempre será recibido con cariño, pero el nivel de canibalización que está sufriendo el carnaval y, por ende, el Concurso, debe movernos a la reflexión. ¿Por qué en un Concurso local -que sí joé, que lo escuchan también en Logroño, gloria para ellos- cada vez se dedican menos temas a Cádiz y más a temas televisivos? ¿Por qué en chirigotas se está imponiendo el estilo traído de fuera de teatrillo?

Quizá el mayor acto de vanidad sea pensar que un concurso de una población que sigue perdiendo habitantes debe contener temas universales que lleguen a todos y no pequeños encuentros que sirvan a los locales para quererse y distraerse. El gaditano ya perdió el sábado de Carnaval. Los espartanos, los 300 del pito de caña, evitarán que caiga el resto.