Seis días me han sido suficientes para ver y confirmar lo poco que confiaba en este Concurso recién estrenado. En seis días ya se ha visto de todo y lo peor y más grave es lo que no se ha visto. Salvo excepciones, comprobamos otro año más la falta de creatividad e imaginación para presentar algo nuevo y la ausencia de valentía en la apuesta artística. En solo seis días de preselección hemos evidenciado que casi todo sigue igual. Las letras machistas persisten otro Concurso más con el empeño de demostrar que éste es un concurso de hombres, y las letras feministas ponen de manifiesto que la mujer tendrá que demandar siempre que tiene los mismos derechos que el varón. Me parece lamentable que en estos tiempos las mujeres aún tengan que reivindicar por la igualdad de sexo y más penoso que lo hagan en un concurso de carnaval. En seis días hemos visto que la grosería se utiliza como todos los años a manera de chiste gracioso y que las deficiencias y minusvalías físicas hacen mucha gracia en el respetable. En estos seis días ya hemos reconocido temas tan manidos como los de la suegra o el maricón de turno, tipos parecidos o calcados a otros anteriores, o incluso a oír músicas parecidas a otras antiguas, a escuchar cadencias y forma de cantar tan copiados que al tercer acorde entonado conmemoran rápidamente a un estilo de un grupo u autor conocido. En seis días, ya hablando indistintamente de las agrupaciones, he visto que los jurados paralelos no contentan a nadie y que los críticos hacen sus crónicas como saben y pueden, o como les dejan.
En definitiva me pasa lo que a muchos, si escucháis o veis el Concurso por radio o televisión la mayoría de las veces no sois capaces de saber de qué año es esa agrupación, suenan a lo de siempre. Pero bueno, aún queda mucho Concurso.
Algunos a lo mejor pensarían que porque me hayan concedido el antifaz de oro iba a convertirme en un palmero, como dice Theo Vargas, de este concurso o que iba a ser condescendiente con él, pero no. El antifaz me da más fuerza para seguir luchando.