Egipto es un tema recurrente. Los tipos inspirados en el antiguo imperio son tan viejos como la fiesta misma. Vistieron de egipcios, entre otros, la chirigota ‘La guardia de Tutankamón’ de Ramón Gutiérrez, en 1933. Antes de la guerra también salió el coro ‘Los guerreros egipcios’, de Antonio Girón Beret y Eduardo Santos, segundo premio en 1936. Y se acabó. Después vendrían unos cuantos, demasiados, oprobiosos años.
Ya durante las llamadas Fiestas Típicas, salió en 1957 la chirigota ‘Los esclavos faraónicos’. Luis Osorio Rossi quiso llamarla ‘Los esclavos egipcios’, pero algún problema se encontraría, porque en el croquis se tachó el gentilicio y, para disimular la enmienda, alguien pintó encima una bandera española con la leyenda «Viva Cádiz». Por entonces estaba prohibida la zarzuela ‘La Corte de Faraón’.
En tiempos más recientes, el coro de Puerto Real ‘Los del río Nilo’, en 1997, o la comparsa ‘Egipto’, de los hermanos Alcántara en 2004, acercaron la cuna de la antigua civilización que albergó la asombrosa biblioteca de Alejandría. ‘Los puestos d’helao’, de Pepe Quirós Villalobos, miembro este año del Jurado, Kiko Nieto y Jaime Fernández de la Puente, tercer premio en 1993, puso todo el humor en un inolvidable tipo, confeccionado por Ana Alcántara, en el que las cucharillas de plástico se convirtieron en singular pedrería de colorines para el vistoso pectoral, y un cucurucho de tres bolas sustituía a la cobra del ureus que lucían los faraones en la frente.
Sobre la bicha en el coco y a propósito del coro que ganó el primer premio del 61, ‘Faraón y su corte’, dirigido por Luis Guerrero ‘El Gitano’, escuché una divertida anécdota a Manolo Torres: «El Gitano no quiso ponerse la cobra y se colocó en la frente un patito de plástico».
Salud y libertad al pueblo egipcio.
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