ACUARTETADO

CUÁN GRITAN ESOS MALDITOS

Por  1:51 h.

 

Pero mal rayo me parta si en acabando esta carta no pagan caros sus gritos. ¿Se puede saber de qué estáis hablando? ¿Quién parió esta moda en malhadada hora? Se trataba de cantar, de contar las cosas ‘dentro’ de las coplas y no ‘entre’. En este momento de nuestras vidas, las preposiciones son importantísimas. Por ejemplo: ‘sobre’. Lo cambian todo. Los autores tienen la oportunidad de jugar con todas las palabras del diccionario, retorcerlas, cambiarlas, retocarlas, ralentizarlas y acelerarlas pero a sus grupos parece no bastarles. Dentro de lo poco que estoy siguiendo el Concurso, cada vez que me paro a ver una agrupación, me sorprende que sus integrantes suelten largas parrafadas, del monólogo al diálogo coral, entre pasodobles, entre cuplés, entre cada pieza. A veces se contestan, otras parece ensayado. No sé cómo empezó. El primero que lo inventó (como sucede con cada recurso, con cada obra) pudo ser un artista pero los que vinieron detrás son unos cansinos, unos grandes jartibles. Me rayan esos intercambios de frases entre componentes o entre intérpretes y público. Además de ser inaudibles, la mitad, hace tiempo que dejaron de parecer espontáneos. La gracia debe ser repentina, inesperada, explosiva por contraste con la seriedad o la normalidad anterior y posterior. Ese es el golpe. Por eso somos tantos los que odiamos los chistes porque los que los cuentan -desde que dicen «¿sabes ese que..? o ¿te lo cuento?»- fuerzan al oyente a poner la cara en posición ‘inicio de risa’, le predisponen a lo que debiera ser sorpresa, le anuncian lo que sólo funciona si es inesperado. Algo así pasa con esta moda del diálogo ‘intercoplar’. Cuando fue ocurrencia, repentismo puro (recuerdo al Yuyu) fue brillante y deslumbrante. Cuando es previsible, cuando parece ensayado, manido, repetido, es un auténtico plomo que ralentiza el desarrollo de lo esencial: la copla. Así que mal rayo me parta si en acabando esta carta…