La caña del pito

Carnaval, territorio sin ley

Alguno habrá evocado, al leer el titular, un Cádiz al estilo Mad Max

Por  9:28 h.

Alguno habrá evocado, al leer el titular, un Cádiz al estilo ‘Mad Max’. Un escenario postapocalíptico en el que bandas furiosas patrullan la ciudad en busca de recursos y los pocos seres tranquilos que quedan se parapetan en sus casas a la espera de que vuelvan tiempos mejores. Pero no es eso de lo que quiero hablarles, aunque alguno haya sufrido un espectáculo parecido el sábado de Carnaval en lo más crudo de Cádiz Norte (uuu aaaa) y en algún que otro momento por las calles de La Viña. Lo que quiero comentarles es que cuando llega el Carnaval ,y rebosa la alegría, las normas racionales por las que se rige la sociedad quedan en suspenso. En casi todos los ámbitos.

Uno evidente es en el de los prejuicios y de lo que se da por sabido. Durante el Concurso las agrupaciones han ironizado sobre la monarquía, sobre el gobierno, sobre el aborto… Incluso una agrupación de San José de la Rinconada se ha atrevido a romper la norma de que sólo lo gaditano es lo que triunfa en el COAC. El jurado también ha dejado la ley de la calle en suspenso al premiar a la comparsa que menos papeletas tenía, según el público y la prensa, de hacerse con el máximo galardón de la modalidad. Y en la calle, en estos días, las leyes de tráfico quedan en suspenso (para desesperación de los agentes locales) por el «en Carnaval se puede aparcar aquí» y las de la salud pública (no importa el número de urinarios que se instalen, los guarros son irreductibles).

Y queda en suspenso también la coherencia de las instituciones públicas. Porque uno se pasa todo el Concurso viendo el anuncio del Ayuntamiento de Cádiz en el que se pregona (dos coloretes ‘pintaos’) que el Carnaval de Cádiz no es un botellón y luego descubre que el mismo Ayuntamiento permite la instalación de una gigantesca carpa donde no se escucha precisamente a Paco Alba, Antonio Martín o Bienvenido y que hace que vibren las casas de los vecinos del entorno. Pero no pasa nada. Es Carnaval, un territorio sin ley.

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