Los viejos del lugar guardan los secretos de este juego raro, antiguo pero en evolución, vivo como sus protagonistas y con la edad que tengan ellos. En la puerta del Teatro, pese a la intermitente lluvia, el ambiente del sábado noche y la cercanía del primer corte lo llenaba todo de expectativas y pitillos. Entre los corrillos, uno de largo prestigio. Un excomponente, fugaz, de tres de los mejores grupos de Paco Alba, junto a uno de los coristas en activo más valorados y un emblema de los medios locales durante décadas. Los tres se deshacen en elogios hacia el estilo reaparecido de los de Noly, Cárdenas y Gálvez. «Es una preciosidad todo lo que toca, siempre. Nadie consigue que el bombo, como el conjunto, suene más suave, más bajito». Llega el hijo de uno de los veteranos y pese a los años de diferencia, se suma: «El día que saquen al mundo su antología de pasodobles y popurrís les dan el primer Grammy del Carnaval. Y se lo entregará Springsteen».
A los pies de Tino Tovar
Llegan tres veteranos más (atraen a los de su quinta) y la conversación gira. Su elogio por lo clásico (que no lo antiguo) encuentra otra excusa. La comparsa de Tino Tovar, ‘Juana la loca’. Ha podido encontrar una respuesta variopinta entre los medios, la crítica y los aficionados jóvenes pero entre los mayores, el aplauso es unánime. «Qué bien cantada, que valiente el tipo, que merecido el homenaje a ese personaje atormentado, que bueno el popurrí…». Se derriten en elogios. Todos, el corista, el excomparsita, el periodista. A los mayores les ha gustado horrores la apuesta de Tino. Eso no puntúa, pero alimenta el orgullo. No lo decían seis cualquiera.
Vómito de ilusión
Los que piensen que el cariño por el Carnaval es cuestión de gaditanos… Que se lo digan al componente del primer coro de la fiesta que llega de Córdoba. Dejó una impresión estupenda y uno de sus miembros representó la tensión vivida de una forma tan cruda como indisimulable: vomitó en el pasillo nada más terminar. Pasa a veces, a cualquiera. Sea de donde sea.