Subjetividad

Por  10:18 h.

Valorar la calidad de algo o alguien, da igual en el aspecto que sea, siempre es muy complicado. Y máxime, cuando se hace bajo la responsabilidad de otorgar un premio, bien sea económico o no, o bien proclamar un ganador de un concurso. Cuando hablamos de una competición donde el resultado final proviene del número de goles, como en el fútbol, el campeón es irrefutable porque siempre gana el que más goles marca, aunque sea en la tanda de penaltis.

 

Sin embargo, cuando entramos en una competición regida por una valoración arbitraria de un número de jueces determinados, entra en juego la famosa subjetividad. Por ejemplo, a la hora de valorar un ejercicio de suelo en gimnasia, un salto de trampolín o bien una coreografía de natación sincronizada, al margen de los evidentes elementos técnicos, que deben estar bien hechos y ejecutados, debemos tener en cuenta los gustos personales de los que juzgan.

 

Habrá algunos que no le gusten los riesgos, las novedades y premien la sobriedad. Mientras que otros valorarán lo diferente, simplemente lo que hacían ellos cuando eran deportistas. Es por ello que cualquier competición que sea juzgada a través de las puntuaciones, estará siempre supeditada al gusto subjetivo de los jueces. Si no lo han entendido ya, van tarde. Aplíquenselo al Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz.