Parece que un pierrot con bigote es una cosa muy de Cádiz. Nunca he soportado los pierrots y compañía. Las comparsitas con esos estilos siempre me han parecido una gran horterada y me han puesto muy nervioso.
Digo yo que cuando uno se plantea un nuevo proyecto, tiene que tener atado muy bien todos los cabos. Primero, la idea, nueva, original, fresca; luego, unas letras que impacten, música que llene, cuplés con ingenio, un grupo que responda, un atrezzo, un forillo original, su local de ensayo, maquilladoras, entusiasmo, ilusión y muchas ganas porque esto debe de costar. Ahora, el nombre y un tipo, un tipo acorde a la idea, al tema. Hay expectación, se abren cortinas, y la sensación de encontrarte grupos con tipos de los que nos acordamos todavía hoy como los “Convoys dà pejeta”, “Los borrachos” o “Los titis de Cai”, ya no existe. Resumiendo, sencillez. Tipos con más detalles que no da a basto uno en hacerse con todos cuando se pregunta una y otra vez de qué van. El barroquismo no convence, al menos a mí. El foame también se ha perdido, gracias a Dios. Será cíclico pues tuvo su época.
El primer contacto de la agrupación con el público es el tipo, y uno con ironía o doble sentido levanta las primeras carcajadas. Es la carta de presentación de un trabajo de meses muy complicado y meterse al jurado en el bolsillo, al público, a los medios de comunicación o ser comentario de un café en el desayuno del día siguiente es un paso adelante bien dado. No se puede dar puntada sin hilo porque se te escapa y te ves intentando representar al destino o al que te abre las tapaeras de los sentidos.
Vale que en las comparsas se pueda dar más rienda suelta a la fantasía, a la purpurina, o al cuantas más cosas me cuelgue mejor, pero en una chirigota, forma parte del repertorio. Es el reflejo de la idiosincrasia del gaditano, la manera de concebir un disfraz es lo que diferencia a uno de aquí del que viene de fuera. Porque el carnaval de Cádiz no es de disfraces, señores, es de tipos. Una esencia que hay que defender, algo auténticamente nuestro, que refleja una manera de ser o de vivir. Nada más gaditano hay que un “gladiador de la Caleta”, esa es la actitud.
Salud, Cadismo y Carnaval!