La tiranía del presente está provocando un hecho peligroso en el mundo del carnaval. La explosión de la televisión, internet y redes sociales ha hecho que para muchos aficionados la génesis del Carnaval de Cádiz se limite al nuevo milenio.
Es de agradecer cuantas acciones se hagan en este año tan atípico pero hay que tener cuidado si vienen a redundar en poner el foco en lo conocido, lo actual y lo contemporáneo. El Carnaval de Cádiz se basa en la copla y esa lleva brotando del ingenio del pueblo desde hace muchos años, lustros, décadas, siglos…
Sin embargo, en los últimos años asisto con estupor a la proliferación de nuevos neoaficionados, un movimiento de masas que hace mucho ruido y que sin lugar a dudas es más forofo que maduro, más crítico que agradecido, más soberbio que humilde.
Para estos nuevos aficionados el Carnaval arranca en el nuevo milenio, las raíces no se remontan más allá de Los Piratas y Los Yesterdays y todo lo anterior queda soterrado en un mundo de tuits, facebooks, youtuber e Instagramers al 3×4.
La lógica ordena que ante el desconocimiento la prudencia es la mejor arma. Pero lejos de esa máxima social, los nuevos aficionados de Internet sientan cátedra en un mundo que pocas veces han vivido en primera persona sin la mediación de una pantalla.
No conocer la historia te impide no volver a repetir sus errores. No critico a nadie pero recomiendo a todos: disfrutar el Carnaval como copla, como una tradición arraigada a nuestra tierra por tantos y tantos autores que durante años han conformado esta forma tan nuestra de sentir febrero.
Busquen los repertorios de Agüillo, el Carota, Juanito Poce, Fletilla, Pedro Romero, Ripoll, Antonio Martin, Paco Alba, Cañamaque o el Tío de la Tiza... disfruten con comparsas adelantadas a su tiempo, con los sones de los tangos clásicos que aún perduran tras siglos de tradición oral en el imaginario colectivo de esta ciudad, sientan el redoble de un pasodoble chirigotero antiguo…
El Carnaval de hoy simplemente es la evolución del Carnaval del ayer y eso quiere decir que sin conocer el de antes es imposible sentar cátedra opinando sobre el de ahora.
Estamos ante una moda de difícil acomodo pues si se perpetúa corremos el riesgo del olvido y condenar al ostracismo a las coplas que han levantado la pasión que alienta el Carnaval de Cádiz cada febrero.
Amar al Carnaval comprende estudiarlo, impregnarte de su esencia y reconocer a los grandes maestros. Como dijo Vera Luque en la última final del Coac, “cántame por Paco Alba, Fletilla, Villegas, por Pedro Romero. Y entonces te doy la mano y te llamo compañero, que a las puertas de esta casa tienes que llamar con respeto y humildad, que para ser de los nuestros, a ver si ya lo entiendes. Para hablar de esto, escucha a los maestros, cállate y aprende”.