La comparsa 'La ciudad de Dios'.

COAC 2020

Libertad guiando al pueblo

Ya se lo dijo Buscapé, el niño que quería ser fotógrafo en la catástrofe, durante el metraje: "Lucha y nunca sobrevivirás..."

Por  7:00 h.

Si hay algo que hastía en esta fiesta es el veneno. La lucha por ser superior, conocer más, por hacerlo notar, por imponer quién presume mejor su razón sin reflexionar o debatir argumentos. Tampoco es de extrañar cuando hablamos de un teatro donde, en ocasiones, los últimos versos de un pasodoble enmudecen bajo el aplauso fanático. 

 

La fotografía de ‘Buscapé’ tiene una virtud: sólo capta lo que quiere transmitir. Aquello que ocurre más allá de sus límites, fuera de sus fronteras, es capaz de silenciarlo. Porque, como decía Cortázar¨: “Giré un poco, quiero decir que la cámara giró”.

 

Y la cámara se giró al anunciar su nombre y, por un momento, bajo una Bandera se enarbolaron todos los principios de la Calle. Calle, con mayúscula, porque es el único Dios que esta ciudad conoce. Bandera, con B mayúscula porque sobre las espaldas se lleva la insignia y el pueblo al que cada uno está encadenado.

 

En los suburbios de la naturaleza, alejados de la mal llamada civilización, progreso o mano humana, habita el Buen Salvaje. Aquel que no conoce las leyes impuestas, aquel que no tiene más regla que la de sus mayores, la de su voz, la de su palabra, la de su vida y los suyos. Aquel que, en esencia, es bueno y se camufla y supera en la supervivencia. Esos marginales a los que Buscapé, entre los encuadres de su cámara, hacía eternos. 

Sergio y Antonio han disparado una instantánea eterna del antídoto contra toda ponzoña que intente dividir sus calles. Entre el retrato y un esbozo posmoderno de Delacroix, se articula un nuevo universo para estos niños que continúan meciéndose  sobre la cornisa de los Darling. Cornisas en unas favelas donde el color, la luz, la canción, y lo salvaje florece sin que nada la aturda. Unos niños que te dan la mano para guiarte hasta el remanso donde el instinto reconoce lo letal y se aleja de ello.

 

En un remanso de paz, a las puertas de una noche de cuchillos, Ciudad de Dios parece un buen sitio donde refugiarse. Una realidad a la que acercarse, dejarse llevar y volver… Pase tras pase.

Quizás sean ellos los únicos que tengan claro. Ya se lo dijo Buscapé, el niño que quería ser fotógrafo en la catástrofe, durante el metraje: “Lucha y nunca sobrevivirás…” Quizás sean ellos los únicos que no están en la guerra. Quizás ellos ya saben cómo salvarse.