Las entrañas del Falla

Por  8:13 h.

Para el aficionado de a pie, entrar en el Gran Teatro Falla, se limita, en la mayoría de los casos, a tener la suerte de conseguir una entrada para poder asistir a una de las sesiones punteras, a ganar la lucha a la cola virtual, a escuchar en directo el estreno de su autor favorito y/o conseguir la foto fetiche de la temporada. Para mi, que le suelo buscar la parte romántica a todo, me tiene conquistada aquello que no se ve, lo que me he atrevido a llamar “las entrañas” del Falla y que estoy viviendo cada noche, gracias a mi participación activa en el concurso, como reportera dicharachera.
Las entrañas del Falla, podría compararlas como la actuación de una gran orquesta, compuesta por musicazos, donde el director es el jefe de tramoya, el regidor de escena, Miguel Ángel Fuertes, con cuya batuta, llena de profesionalidad y clase, va creando la melodía perfecta. Para que todo salga adelante cada noche hay trabajando, sin descanso, un enorme equipo humano.

Cada puerta del teatro está custodiada por compañeros de seguridad, cuya función es controlar pases, credenciales y entradas. Bienvenidas a los grupos, tras el pasacalles desde las peñas donde se han transformado y una vez que cruzan al interior, comienza el juego. La ansiada llegada al templo de los ladrillos coloraos. Los nervios más a flor de piel que nunca.

Pasamos a la zona de camerinos, siempre en continuo trasiego. Maquilladores, peluqueros, artesanos y algún que otro “colao”, ultimando las participaciones de sus grupos. La prensa captando el aquí y ahora. Los fotógrafos dando vida a imágenes que harán historia. Y calientan voces, a golpe de moscatel, para liberar tensión. Unos van llegando con el pellizco en el estómago.

Y otros, guiados por los responsables de tramoya, van bajando a bambalinas, para hacer lo propio. Ya en la trasera del escenario se palpa la tensión. Los nervios se apoderan de la agrupación minutos antes de salir a escena. Ahora sí llegó la hora de la verdad, tras meses de ensayo. Baja el telón de la actuación anterior. Abrazos de emoción, felicitaciones, lágrimas de felicidad. Y ahora toca pasar por la “alfombra roja” de los medios. Y mientras tanto, allí, el ritmo es más frenético que nunca. Tramoyistas, artesanos, limpiadoras. Todo a punto. Se abre el telón y todo vuelve a empezar de cero.

Esto es todo lo que ocurre de cortinas “pa” dentro. El corazón del teatro, donde el Falla, verdaderamente, late.