teatro falla
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CARNAVAL DE CÁDIZ 2019

Lágrimas de hombre en el Carnaval de Cádiz

En Carnaval, los hombres lloran y se alejan un poquito más del mono

Por  7:53 h.

Es una máxima que, afortunadamente, aquí está pasada de moda. Quiera Dios que no la hagan obligatoria los nuevos demócratas. Es aquella que reza eso de que los hombres no lloran. Al menos, los hombres de verdad, los que han demostrado tener la suficiente barba, nuez y pelos en los hombros como para reivindicar ese sustantivo. Eso no vale en nuestra casa. Porque en Cádiz, desde hace mucho tiempo, sabemos que los hombres de verdad lloran y se emocionan. Y se abrazan y buscan los brazos de un compañero. Como luchan, se abrazan o se emocionan las mujeres. Una lágrima, en la patria donde la sal y el agua son matrimonio indisoluble, no puede ser mancha para nadie.

 

En la nación donde en vez de 155 tenemos un 11000 de código postal que aplicamos como quien reparte erizos, lo de la nueva masculinidad nos suena desde hace mucho tiempo. Por supuesto, convive con el machismo de toda la vida, porque la mala hierba gusta de entrometerse en donde quieren descansar las flores y cuesta arrancarla por más que vayan renovándose las primaveras. Pero, les decía, esa masculinidad como sinónimo de sensibilidad está inserta en el corazón del gaditano cuando llega el Carnaval (que en Cádiz, entendida como la porción de tierra dichosa que está a este y oeste del Río Arillo, dura 13 meses al año). No duda en escribir y cantar lo que ama, lo que teme, lo que espera. Puede que tome, incluso, los amores, temores y anhelos ajenos y los haga suyos con idéntica emoción. Y nadie se ríe del que teme a la soledad, o del que llora por un amor perdido, o del que le dedica una letra a su hija. Ni es extraño que dos hombres se besen en las tablas del Falla o en cualquier escenario (que puede ser una barbacoa entre amigos) por la emoción de un pasodoble. Cuando el corazón se abre, nadie chista.

 

Pero no nos engañemos. El sentimiento, incluso aunque sea sincero, no tiene por qué llevarse bien con el talento. Al igual que ponerle mucho cariño a la comida puede acabar con unas croquetas asquerosas. Este COAC, como en tantos, hemos respetado las emociones y las lágrimas, pero nos hemos tapado los oídos ante determinadas coplas. El amor es la poesía de los sentidos, pero hay poesías que no firmaría ni el más torpe de los prescolares. Pero al igual que uno, en el fútbol, aplaude una jugada en que no se mete gol, saludemos, en estos tiempos de nueva hombría de violencia y chulería, ese intento por alejarnos un poquito del mono y acercarnos algo más a Momo. Porque los hombres, sí lloran.