A lo largo y ancho de nuestra historia gaditana, el Carnaval de Cádiz nos ha brindado la oportunidad de disfrutar del talento de formidables autores, tanto en letra como en música. Tuvimos, y seguimos teniendo, auténticos genios de la melodía en todas las modalidades, capaces de estremecernos con sus acordes desde el apretado corsé musical que supone un tango o pasodoble. Malabaristas de la difícil sencillez que, con sus músicas, consiguen adherirse al cerebro de forma casi instantánea, mientras van revolviendo nuestro estómago al compás de su pellizco singular. Podemos decir por lo tanto, que nuestros músicos forjan ese canal por el que la copla viaja hacia la conquista de los sentidos, y sin su victoria, la batalla está perdida.
Pero si importante es la música, más lo es la letra. Si el Carnaval de Cádiz sigue creciendo y conquistando corazones más allá de nuestras fronteras, es por su mensaje. Como ya dijo “un millonario”, lo que nos diferencia del resto del panorama musical, amor y desamor casi en su totalidad, es el compromiso social y emocional que nuestros autores asumen a través de la poesía, la crítica y la denuncia, ya sea de forma irónica o directa a la yugular.
Fueron muchos los letristas que consiguieron atravesar el alma de propios y extraños fuera de nuestro reducto gaditano, pero en mi humilde opinión, solo “un loco” consiguió trascender al propio carnaval. Don Juan Carlos Aragón Becerra consiguió con su talento acaparar la atención de aquellos que durante décadas, trataban al carnaval como una fiesta típica más de España. Despertó admiración, a través de sus coplas, en esa clase “ilustrada” que hasta hace pocos días nos miraba por encima del hombro por cantar disfrazados con dos colores, elevando el carnaval a un “arte mayor”. Por ello, podemos decir que si otras plumas consiguieron que el carnaval se expandiera y enamorara, la suya consiguió que se respetara.
Es por ello que los jóvenes que intentamos hacer carnaval desde su irrupción sentimos un enorme complejo a la hora de escribir nuestros repertorios, al no tratarse solo de una cuestión de preparación y conocimiento, que también, sino de visión y talento. El estilo irrepetible de su pluma sutil y mordaz, capaz de levantar conciencias y enamorar con los más bellos versos, han dejado un hueco irreparable no solo en el carnaval sino también en la alta literatura gaditana.