Carnaval de Cádiz

Hazle caso a Aristóteles

Por  1:33 h.

Conocida es la expresión del sabio griego Arístóteles “La virtud está en el término medio” y seguro que todo el mundo la interpreta como el equilibrio entre el exceso y el defecto. Entre pasarse o quedarse corto. Esa idea de aplicar los sentimientos y la lógica más racional por partes iguales para que te guíen por el buen camino. Según las circunstancias, las personas, cosas o causas, aplicar esta norma es lo más correcto para no cometer el error de romper la estabilidad moral.

Pues bien, esta definición filosófica griega aceptada universalmente, en el Carnaval de Cádiz y por ende en el Concurso, no vale. No conozco a nadie que después de escuchar a unos amigos en un ensayo general o de hacerte una visita en el local te diga que la comparsa está bien y ya está. Podrás escuchar aquello de que es un comparsón o que está flojita este año, pero nunca el termino medio. Tomándote una cañita en un bar y charlando con tu vecino te dirá que la chirigota de fulanito es un pelotazo o bien que la de menganito es un mamarracho pero nunca te ofrecerá una visión intermedia.

¿Escuchaste el coro anoche? Esta pregunta tiene dos posibles respuestas: Es un bastinazo o bien, eso no vale un duro. No hay medias tintas. Exactamente lo mismo ocurre con las letras. Los pasodobles ejecutados por las comparsas no tienen una vara de medir normal ya que, o cantas una letra que revienta el teatro y hace que se caigan los caliches de la pintura de Abarzuza o bien es algo banal que no hace sangre y no se debería interpretar en el concurso. Lo mismo ocurre con los cuplés. Ese cupletazo con el que te llevas riéndote hasta después del estribillo frente a los que aportan un silencio sepulcral que da paso a la más que famosa bola de pelo.

La gente no quiere cuplés con los que solo sonríes. Esos pasan desapercibidos dado que en carnaval no hay término medio. Esa zona que separa lo genial de lo paupérrimo no existe en el COAC. Precisamente esta columna de opinión pasará ese filtro y será analizada sin que nadie la juzgue en su justa medida. Estará escrita con maestría o será una gran porquería porque nadie le hace caso a Aristóteles.