Los gaditanos somos singulares, casi diferentes al resto de los pueblos. No lo digo como esos que hablan peyorativamente de nuestra idiosincrasia de una forma provinciana y con sorna sino como la manera de actuar ante nuestras costumbres y tradiciones. Podemos comprobar claramente como por ejemplo un cargador de La virgen Amparo de la Borriquita compite en la carga con uno del paso de Jesús Caído, aunque luego salgan juntos debajo del Perdón. Somos un pueblo muy peculiar, competimos entre nosotros por casi todo. Muchas veces utilizamos un fuego amigo, es decir disparamos en contra de los nuestros sin importar las consecuencias. El concurso de agrupaciones es una muestra más de ello.
Muchos de nuestros grupos convertimos la competición en algo personal. Lo catequizamos en algo transcendental. Julio Pardo dijo una vez que el carnaval era un cachondeo muy serio, pero de ahí a que nos tomemos el concurso como una guerra encarnizada va mucho trecho. Salvo honrosas excepciones pocos son los compañeros que se alegran del éxito de los demás. Lo más curioso de esto, y no es bueno generalizar porque los hay que sí se alegran de verdad y se les nota en la cara, es que te puedes encontrar en casos que incluso componentes que han sido cómplices durante muchos años y defensores a muerte de una agrupación, al año siguiente de marcharse se les cambie el rostro cuando actúan sus amigos del alma porque ya ellos no están ahí y pertenecen a otro grupo.
Hay ocasiones en que incluso disparan dardos envenenados hacia compañeros antiguos que hace meses cantaban codo con codo en la misma comparsa. Las críticas suelen ser muy destructivas porque aunque sepan en el fondo que este año su agrupación antigua ha triunfado, jamás lo reconocerán. El fuego amigo también se cruza entre autores. Algunos nos mostramos muy amables y campechanos con los demás en público pero luego en privado la cosa cambia. Sé de autores que dan discursos en sus ensayos con unos lemas categóricos de desprestigio hacia los rivales sin ni siquiera haber actuado dichos grupos competidores.
El carnaval no es más que un reflejo de la sociedad, en este caso de los gaditanos que lo hacen. Es hora de diferenciarnos con respecto a esas sociedades secesionistas cuyo afán es promulgar tan solo que ellos son los mejores, lo suyo es lo mejor y lo demás es una mierda.