Desde algún tiempo a esta parte, no paramos de escuchar que la palabra parienta ya no se puede cantar… Esto que pudiera ser leído con la melodía de un célebre pasodoble viñero no es más que un comienzo en estado cambiante de la evolución que viene. Todo requiere su tiempo, no es fácil, pero llegará. Todavía escuchamos cuplés y demás letrillas donde la palabra parienta se utiliza, siempre de un modo despectivo, hacia la compañera, mujer o señora. Creo que no hay autor que no la haya utilizado la cuestión es hasta cuándo va a dejar de hacerlo. El argumentario ya se cae por su propio peso: “es que no se va poder hablar de na” (léase con la voz avinagrada y colocando los labios como el león de correos). Bajo mi punto de vista, se trata de no hablar siempre de lo mismo o, en este caso, de seguir utilizando los mismo términos con tintes peyorativos. La lengua no hace daño, el daño lo hacen los hablantes. Así veríamos cuando canta una agrupación femenina de marineras -pongamos por ejemplo- todavía algunos comentaristas que dirían en tono de broma: “yo me montaba en ese barco”. O entonarían gritos desde el gallinero tipo “qué dos cacha tiene hija”.
En algo vamos evolucionando. En algo. Por desgracia queda mucho y algún caso aislado se ve con la locutora escotada (bajo su libre elección a la hora de vestir) que tiene que soportar las babas de algunos en camerinos locos porque le entrevisten. O lo que es peor, algún gesto obsceno y fuera de lugar en mitad de una entrevista. Sí a día de hoy se sigue dando. Unas copitas de más no justifican nada. Un tono simpático no te da derecho a nada. Todo ello, aunque no lo crean, es fruto de lo primero que nombraba. Del lenguaje a la bromita, del no querer entenderlo al justificarlo como “ideología de género”. ‘Mi parienta es una zorra’ era una chirigota que iba del personaje del Zorro, no hay más. Doble sentido gaditano, pero a día de hoy ya hay que seguir evolucionando. Decir parienta no te convalida un cuplé, ni te dan puntos en la BP. Dale una “vuertejita ío”.