CARNAVAL DE CÁDIZ 2020

El chófer del Blam Blam: El poeta que se fue

Por  8:00 h.

Una sonrisa oculta tras unas gafas. Pidiendo disculpas hasta por ser atendido. Mirando fijamente su comparsa y con los nervios del que nunca ha salido. Así me enfrenté a una de mis primeras noches de Falla con un micrófono en la mano y, para mi suerte, me lo encontré a él de cara. Pongamos que hablo del 2006. Mi primer recuerdo se va entremezclando con voces de una cuadrilla, de un clase obrera tan amada y tan sufrida, de unos miopes sorprendiendo desde abajo, o de un movimiento que descalificado quedaría.

 

Aunque la añoranza me hace pensar en aquel poeta, porque los poetas tiene aura de poeta, sonríen como poetas y hasta hablan como poetas. El acento argentino camuflaba la matria -lo que llamo el habla- en la comparsa, pero no era su caso. Acento andalú sin zeta, pero natural, sin impostar; cordobé, con tilde al final y de Curdobá, con ‘u’ y acento en la ‘a’.

Aquella imagen que hoy recuerdo y que no podré olvidar era la de una conversación sana, de un aficionado con la gorrilla en la mano y casi avergonzado por las loas que le estaba lanzando un desconocido como yo, que solo admiraba la obra que acababa de presentar. Como el perro que huele el miedo, intuí su bochorno y él se percató de mi descaro.

 

Nos vemos en Semis”, se me escapó, en esa mezcla de aficionado y de creído tarotista, pero con un alto porcentaje de acierto. Nos vimos y fue más grande la disculpa por pasar, más el miedo por intentar estar a la altura y menos la certeza del gran resultado final. A él se le sumó uno cantaba con una melosa voz; uno de los guitarras, que por lo visto salía con el Sheriff; dos hermanos, uno más callado con la guitarra, otro el más avergonzado.. Con la voz que tiene, cómo no se lo cree, pensaba yo.

Anoche mismo, que crucé mi mirada de pájaro y su sonrisa de ratón, pensé lo mismo que en aquella ocasión, con lo que canta y aquí está hablándome con la cabeza gacha medio pidiéndome perdón. La herencia. Y es que son las cosas del que llega sabiendo que es intruso sin serlo, del que te ama sin esperar ser correspondido, Cádiz.

 

Así era él. Así eran ellos y lo siguen siendo. A partir de aquellos argentinos en cada encuentro era una charla, una sonrisa, un qué musicalidad el pasodoble, un no me preguntes cosas raras… Como hermanos que se ve de año en año, me contaban que lo pasaron mal, en su tierra por venir acá y acá por venir de allá.

 

Con el tiempo, cuando ya no venía el poeta, en alguna charla -llamarlo entrevista sería devaluar tan cariñosos textos- entre mi compañera Estrella Serna y él lo podía leer. Con su gafas y su sonrisa. Defendiendo su carnaval y el nuestro.

 

Y con el sonido de un bandoneón de fondo, dejo unas lágrimas impertinentes por mis mejillas resbalando, para recordar, con la gorra en la mano, que para amarte Cádiz, a Córdoba le sobró la ‘r’ y le legó mil besos de un gaditano de Santa Marina, de un poeta andalú, enamorado de esta hermosa Tacita, cuna de la libertad.

Que la tierra te sea leve, poeta.