El carnaval llega al fin del mundo. Es inevitable la expansión de la fiesta más genuina del pueblo de Cádiz. Sus coplas van adentrándose poco a poco en rincones antes insospechados y como si fuese una mancha de aceite va impregnando y dejando huella entre todos los que se encuentran con ellas.
El Carnaval de Cádiz goza de buena salud y hasta podríamos decir que se encuentra de moda. Ese hecho es tan positivo como negativo porque conlleva un tiempo de bonanza limitado, con fecha de caducidad y portazo. Lo que hoy está de moda mañana dejará de estarlo y el tiempo es ese villano enemigo que siempre aplica sus normas de olvido, negación y superación.
Volviendo al tiempo actual y presente es incuestionable que el Carnaval, y por extensión el Concurso Oficial de Agrupaciones, se encuentra en un momento dulce respecto al cariño y la acogida que suscita entre los aficionados de dentro y de fuera. Las entradas se agotan en cuestión de minutos y la demanda supera con creces una oferta que a veces nos parece excesiva y que sin embargo el mercado nos confirma lo contrario. Colas virtuales colapsan las redes y colas humanas rodean el teatro haciendo noches en vela por adquirir una entrada en la que puedan verse las letras GTF.
El Falla tiene todo el papel vendido, vienen aficionados de cualquier punto del mundo, y entonces ¿qué estamos haciendo mal para que haya agrupaciones que canten con un teatro medio vacío?
¿Está el COAC de moda pero para un sector clasista?, ¿hemos creado aficionados libres e independientes y respetuosos a la copla o hemos atraído a corrientes interesadas y hemos fabricado con nuestro caldo de cultivo un público que sesga y mutila espectáculos a su antojo desde la butaca?…
La fase preliminar es la fase de la sorpresa y el cariño. Sorpresa porque nuevos grupos puedes despuntar sin esperarlo y cariño porque abundan las agrupaciones que de verdad necesitan del respaldo del aficionado para seguir evolucionando y superando sus limitaciones.
Todo el papel vendido, aficionados que se quedan sin entrada, los alrededores del Teatro llenos a rebosar y sin embargo el Falla vacío.