Y de Jerusalén, Sidney, Berlín, Nueva Guinea, la Patagonia, el Imperio Inca, Úbeda, Baeza, La Gomera, Cádiz y del resto del universo. Pronto habrá que consultar a las bases de la península de Yucatán para la organización de las preliminares. No podemos dejar a nadie detrás. Hay que contar con todos los colectivos. Lo veo, para el año que viene, la Gran Final en Arabia Saudí. ¿A quién se le ocurre poner a la venta las entradas en el Ayuntamiento de Cádiz cuando esto pertenece a tanta gente?
El Concurso
Por eso hay que ir por partes. El Carnaval sí es de todo aquel que se emocione con una letra, pero el Concurso, no. El COAC tiene una normativa y unas reglas que lo rigen, un espacio físico (muy limitado) donde se celebra y un ente municipal que (mejor o peor) lo organiza. El Concurso abre las puertas a quien desee entrar, pero marca las pautas en cuanto a estructura del repertorio se refiere. Y aunque no hay una ley escrita al respecto, cantarle a Cádiz es la causa de su existencia. Por lo que, el Concurso, duela a quien le duela, es tan de Cádi como la Plaza Pinto.
El Carnaval
El Carnaval es de Cádiz porque aquí nació la forma de hacerlo, pero a la vez es universal porque se alimenta de conceptos que no toleran fronteras. ¿Quién le pone palos al humor, la música, la literatura, la crítica o a la libertad de prensa? Habrá quien lo haga, pero no deja de ser un debate absurdo. El Carnaval es un bien social que Cádiz le brinda al mundo y como tal, cualquier mortal con suerte tiene derecho a consumirlo. Hay gente en Badajoz que ama nuestra fiesta y gente de Cádiz que la detesta. Por ello, el Carnaval no puede dejar de ser universal, porque entonces también habrá dejado de ser Carnaval, de ser libre. Le habrán puesto los dichosos palos en las ruedas.
El papel de las agrupaciones
Un Carnaval de todos que quiere seguir creciendo y rompiendo fronteras, y un Concurso de Cádiz donde “el sabor gaditano, o se ha olvidado o se ha perdido”. La ecuación tiene difícil solución. ¿Cómo expandir la fiesta sin dejar atrás nuestra esencia? La clave la tienen las agrupaciones. El Carnaval del Concurso olerá a Cádiz hasta que ellas quieran. Dos opciones. Ganar adeptos a la causa carnavalera con repertorios más propios de cualquier programa televisivo, o enamorar al forastero con la idiosincrasia y la gracia irreverente tan propia de aquí. Hacer letras para que en verano se entiendan en toda la geografía, o intentar que sea el aficionado el que se amolde y se sumerja en la pamplina gaditana. Hay esperanza, este año parece que el mensaje que llegaba desde algunos sectores ha cuajado en ciertos autores de la fiesta. No son pocas las agrupaciones que han dejado de lado los filtros, que suenan a Cádiz y que han optado por la poca vergüenza, el ingenio, el arte y la irreverencia, en lugar del alboroto y el artificio.
La organización
Mientras tanto, los que organizan el tinglado no terminan de dar con la tecla a la hora de la venta de entradas, expandir la fiesta y contentar a los de allí y a los de aquí. Si se avisa con tiempo, malo porque habrá quien haga noche en la cola, y si se avisa a la ligera, malo porque no se avisa con tiempo. Cambios de ubicación según les venga y decisiones de última hora. ¿De justicia que se vendan el setenta por ciento de la entradas de la Final en el Ayuntamiento de Cádiz? Sí. ¿Injusticia poner el treinta en Internet sin avisar? También. En fin, muchos intentos y la fórmula está lejos de ser descubierta.
En definitiva, que por muy de Cádiz que sea el Concurso, por muy universal que sea la fiesta, por mucha organización que haya y por muy gaditana que la cola sea, el Carnaval de Cadiz sólo será lo que las agrupaciones quieran que sea. Y si se mete la pata, puestos a errar, mejor hacerlo gaditanizando que huyendo de la esencia. Entre otras cosas, porque los años nos han dejado una prueba irrebatible; fue Cádiz y su esencia la que hizo que los de aquí, los de allí y los de Pekín, nos enamoraramos de la fiesta más bonita del planeta.