La nostalgia es un panal de rica miel al que cada vez acuden más moscas para rellenar los huecos que va dejando la memoria ingrata. Cualquier tiempo no fue mejor, pero lo parece, una vez envuelto en la pegajosa melaza de nuestros mejores años. Y así, se recuerdan letras del carnaval de los ochenta y de los noventa como si no hubiese un mañana, ni siquiera un hoy, como si todo lo bueno ya hubiese pasado y solo nos quedara el lamento del “ubi sunt”.
Los que crecimos con “Las momias de güete” sabemos de lo que estoy hablando, porque quizá fueron los primeros cuplés que hicimos tan nuestros -dono mi cuerpo, ya sabe- que todavía, al hacer un repaso, lo hacemos siempre “con frescura de limón”. Y es que hay que reconocer que estamos hechos de pedacitos de las agrupaciones con las que fuimos descubriendo y sumando carnavales. Los que fuimos momias, llevamos cosidos a la piel trozos de príncipes encantados, de hombres de neanderthal, de juancojones, de pofesionales, de puretas del Caribe y por supuesto de aquella clase a la que don Adolfo intentaba meter en cintura.
Decir chirigota es decir Love, decir Cabra, decir Chico, Cristóbal y Manolo Cornejo, es decir Miguel “el mellao”, es decir Puntales, es decir Carnaval -con mayúsculas. Es decir “una chirigota con clase” hasta para decir adiós. Porque hasta en el carnaval hay que saber decir adiós, como lo hizo esta agrupación el pasado domingo. Sin polémicas, sin amargura, sin resentimiento, y con la grandeza de los más grandes.
El Carnaval, y estos chirigoteros lo han demostrado siempre, es una manera de vivir. Y hay que saber aceptar las reglas del juego y aceptar que el tiempo, ese implacable enemigo, pasa para todos. La despedida de la chirigota del Love no es un adiós, es un echarse a un “laíto” , es un regalo “quien quiera mi pasado, yo se lo regalo, entero pa el”, es una lección que no todos los carnavaleros están dispuestos a aprender, que esto es solo un juego.
Mi generación, como la de usted, está hecha de pedacitos de esta agrupación, hecha de carnavales, de pasodobles, de las tres llaves con las que se abre el corazón de los gaditanos.
No todo el mundo sabe decir “hasta aquí hemos llegado” de la misma manera, donando todo lo que tienen para que “antes de que se me coman los gusano que aprovechen to lo que esté sano”
Y ya sabe, si le toca a usted la picha…