Decía una de las grandes luchadoras de la historia que las mujeres debemos tener perseverancia y, sobre todo, confianza en nosotras mismas, que debemos creer que estamos capacitadas para algo y que podemos lograrlo. Esta fórmula de Marie Curie la llevo grabada a fuego desde que tengo uso de razón e incluso achaco a ello el haber conseguido metas a lo largo de mi vida que parecían inalcanzables y hasta milagrosas.
En estos días previos al inicio del Carnaval, ese pensamiento no ha parado de rondarme por la cabeza cada vez que leo y releo el listado de autores que van a participar en el Concurso del Gran Teatro Falla. Con cifras récord y con presencia prácticamente de todas las provincias andaluzas y más allá, la participación de mujeres autoras o directoras de agrupaciones vuelve a quedar reducida a un número que se puede contar con los dedos de una mano.
Es obvio que la revolución feminista en el Concurso del Carnaval de Cádiz este año tampoco llegará. La voz de la mujer seguirá estando a merced de los hombres y por mucho que nos duela nuestras reivindicaciones quedarán supeditadas al buen hacer de algún autor que se erija en el defensor de nuestro género mientras nosotras tocamos las palmas.
Como carnavalera asumo mi culpa pero no renuncio a que el COAC tenga también otro color, otra bandera y otra voz. No es suficiente con la eliminación de las ninfas ni podemos sentirnos satisfechas por el hecho de que Onda Cádiz haya tenido la brillante idea de dar el protagonismo a una mujer en la promoción del certamen de coplas. Solo con eslóganes y pancartas no se consiguen los sueños porque para ganar, hay que disputar la batalla.
Aún así, hoy me acuesto con la esperanza de que podemos lograrlo. Soñaremos en la calle.