
AV_ CARNAVAL en la Escuela. Teatro Falla. CADIZ
Creo en ti, oh todopoderoso carnaval de Cádiz, creador del cielo inmenso de los pobres y creador de la tierra como calle….
Creo en tu bendita locura de febreros locos, en tu veneno en forma de copla, en tu espada en forma de serpentina, en tu escudo hecho de fantasía y en tu religión que se reza cantando.
Yo te adoro y me inclino ante ti. Te sigo, te llamo, te lloro, te río. Eres nuestro Dios y nuestro infierno, nuestro amanecer y nuestro ocaso, la sal y la pimienta. Si estás feliz carnaval, si estás triste carnaval.
Eres la fórmula mágica, la pócima secreta, el néctar y la ambrosía de quienes adulamos la riqueza de espíritu que nos otorgan tus compases.
En verano y en invierno, en el coche y en el teléfono, en la cabeza y en el corazón.
Nuestra cuaresma no dura 40 días, dura un año entero desde que el pesado telón de la final del concurso echa el cierre de nuestro teatro de emociones. Entonces y sólo entonces nos marcan tu cruz de ceniza en el alma por la que debemos aguantar un año entero hasta tenerte de nuevo en nuestros brazos.
Y esa espera ya ha terminado, y retumban en nuestros oídos los bombos que marcan tu vida, porque los almanaques de Cádiz se van desnudando poco a poco para mostrar con orgullo su semana roja de fiestas y coplas, la más canalla, la más bonita, la más esperada.
Creo en ti, creo en el espíritu libre y santo, en la iglesia de los compases celestiales, en la comunión de la gente cantando, en el perdón de los pecados inmorales, en la Resurrección de las caras pintadas de blanco; creo en la vida eterna de los carnavales.
Mi piel empieza poco a poco a tomar la textura del pellizco, mi cabeza está preparada para la locura, mis entrañas están ansiosas por esos nudillos, mis ojos están preparados para albergar lágrimas, mi boca está ensayando la sonrisa, mis manos están dispuestas al aplauso, mis pies han ensayado el ritmo del 3×4 para poder bailarlo con facilidad y mi corazón está dispuesto a la arritmia de emociones que provocan las buenas coplas.
Se llama mi locura, Cai, y a mi razón se impone. Quererte y no quererte. Tenerte y perderte. Bendita locura. que no tiene cura. Locura de amor, locura de amores.
Carnaval… ¡cuánto te quiero!