Para qué os voy a engañar, después de algún que otro artículo ya nos conocemos y que pasase esto solo era cuestión de tiempo: ya tengo a mis padres ‘jartos’ de pito. Ellos pensaban que se iban a librar este año pero no por la pandemia, no. Se iban a librar porque su hija trabajaba en otra provincia y, probablemente, volviese a pasarse medio febrero en Cádiz aunque no hubiese carnavales. Hablo en pasado porque con lo que ellos no contaban, ni yo, era con que iba a volver a currar en mi ciudad, a mudarme a su casa, a dejarles los zapatos por medio, la cocina con un orden singular… Y con que íbamos a estar semiconfinados de nuevo. Así que en mi casa no hay otra: se ven carnavales y a las seis todos en casa. Lo cierto es que no es mal plan.
Los directores no se envenenan (o no tanto) cuando los periodistas comentamos algo en redes sociales. Nuestro léxico se enriquece constantemente, pues ya no podemos usar ese «se lo pasarán bien en la calle» tan socorrido, y el dinero del alquiler que había pagado, con el fin de pasar en Cádiz todo el mes de febrero, me lo han devuelto sin problema. Para los tiempos que corren, recuperar unos euros de forma inesperada nunca está mal. Menos aún si te dedicas al noble y vocacional oficio de la comunicación. La chica que me lo alquiló me comentó hace unas semanas que no iba a formalizar la reserva. Las dos sabíamos que se venía otro cierre perimetral y que iba a ser imposible mudarme allí. Me dijo «creo que lo voy a alquilar a alguien de aquí durante todo el año y no por temporadas». Rápidamente puse un whatsapp a todos los colegas gaditanos a modo de difundido. Faltaban los neones y los zumbidos. Que alguien toque la alarma. Pide un deseo. Una avioneta recorriendo La Caleta con una pancarta: PISO DE LARGA DURACIÓN EN CENTRO DE CÁDIZ.
¿Será el coronavirus lo único capaz de acabar con los problemas de alquiler en Cádiz? ¿Tenía que llegar una pandemia para poder encontrar piso? ¿Se puede considerar habitable un pasillo de 30 metros cuadrados con sofá-cama y campingas?
Cuando se anunció la suspensión del concurso, la radio dio la noticia a nivel nacional. Me pidieron que entrevistara a algún autor significativo y Ares accedió. «Aquí todo el mundo habla de las pérdidas económicas, pero luego nadie vive del carnaval» me dijo. En aquel momento bromeé respondiendo «Lo mismo hasta se encuentra casa para vivir en La Viña». Lo mismo, en unos meses, hasta se encuentra aparcamiento.