Cartel de Carnaval de Cádiz de 1980.

Carnaval de Cádiz

Tres comparsas desafiaron la final de 1980: 40 años de un hecho insólito

Caleta, Cuba y Luceros del Alba cantaron durante la final en la escalera de la facultad de medicina con una Plaza Fragela llena hasta la bandera en la que incluso había gritos constantes y pancartas contra el jurado

Por  20:25 h.

Corría el año 1980 y la modalidad de comparsa vivía una de sus ediciones más reñidas. Caleta de Antonio Martín, Cuba de José Luís Arníz y Los Luceros del Alba de Luis Galán eran tres de las agrupaciones que estaban en todas las quinielas para cantar en la gran final pero el destino y el jurado quisieron que no fuera así.
 

El presidente del jurado hizo unas declaraciones durante el concurso en las que aseguraba que algunas agrupaciones eran más propias de una sala de fiesta que del Gran Teatro Falla por la multitud de ritmos y de instrumentos que utilizaban. Esas palabras sentaron muy mal en el seno de la comparsa de Arníz que las entendieron claramente como un desprecio a su propuesta que sin embargo estaba calando la mar de bien entre los aficionados.
 

Este descontento hizo que la comparsa al día siguiente en el teatro se negara a cantar hasta que el presidente del Jurado les diera una explicación cara a cara de sus declaraciones. Estaban en los camerinos y llegaron a su hora al teatro pero se negaban a cantar e iban dejando paso a las agrupaciones que debían cantar después. El jurado, aunque finalmente accedió a hablar con la comparsa, tomó la decisión de descalificarla por no presentarse, hecho muy rebatible.
 

Los motivos de que Caleta y Luceros del Alba no entraran en la final son menos evidentes pero muchos apuntan a que en el jurado había un directivo de una peña gaditana donde Antonio Martín aquel año no quiso ir a hacer un ensayo general y puede ser que moviera sus hilos para hacérselo pagar al niño de San Vicente.
 

Otras voces cuentan que estas comparsas eran de las pocas punteras que no grababan sus cintas de casete con Izquierdo Producciones, empresa que tenía mucho poder en aquellos años.
 

El caso es que las tres se quedaron fuera de la final para el descontento del público general que pensaba que habían sufrido un atropello tremendo.
 

El día de la final por la mañana en el bar Merodio, muy cercano a la plaza de abastos, coincidieron Luis Galán, José Manuel Arníz y Pedro Trujillo “catalán chico” y director de Caleta. Espoleados por todos los presentes decidieron cantar por la noche durante la final del COAC fuera del teatro, en la escalera de la facultad de Medicina.
 

 
La decisión estaba tomada a falta del visto bueno de Antonio Trujillo “catalán grande” que aquel año era el director de Luceros del Alba y tenía fama, ganada a pulso, de ser todo un señor que huía de los alborotos y pataletas.

 
Con el beneplácito de Antonio, eso sí, que insistió en que las tres comparsas sólo se dedicarían a cantar su repertorio en la calle y no entrarían en ningún tipo de disputas ni movimientos provocadores o encaminados a boicotear la final, se pudo llevar a efecto un hecho insólito.
 

La voz se corrió por la ciudad y mientras la final arrancaba con la noticia de una amenaza de bomba en el teatro incluida, fuera, en la plaza, una masa enfervorecida de aficionados jaleaban las coplas de las tres comparsas que se fueron turnando para cantar en una final paralela de calidad increíble.

 
Muchos aficionados llevaban pancartas hechas de forma casera durante la tarde con telas o cartulina y palos de fregona, gritaban y aplaudían como nunca. Incluso muchas personas con su entrada de la final comprada preferían quedarse fuera hasta que estas tres comparsas terminaran de regalar sus coplas.
 

 
Aquel año los premios fueron a parar a Payos y Gitanos de Pedro Romero, los Cholos del Altiplano de Antonio Bustos y los Guanches de Quiñones y Aurelio del Real (primero, segundo y tercer premio local consecutivo).

 
Y en la categoría de comparsa provincial: Los Simios de la Peña Los Majaras, Embrujo de Barbate y Los Tiroleses de José Luis Bustelo que llegaban desde Chiclana se repartieron el primer, segundo y tercer premio por ese orden.
 

Un año único, una final diferente, un hecho insólito… un trocito de historia del Carnaval de Cádiz que cumple ya 4 décadas y que nos demuestra una vez más la pasión que está ciudad le pone a las coplas.