CARNAVAL DE CÁDIZ 2021

Selu: «Ha sido un fin del mundo, pero volveremos a disfrutar de la vida… y del Carnaval»

El creador de una nueva modalidad de chirigota se muestra convencido de que el Carnaval volverá en 2022 mejor "en todo, en en calidad, en frescura, en alegría, en positividad, en ganas"

Por  7:02 h.

La Mala Rodríguez (Jerez, 1979), reconocida por fin hasta con un Premio Nacional de la Música, tuerce el gesto cuando la llaman “pionera”. En cada entrevista, con un mohín de leve molestia, viene a explicar que ese adjetivo la hace sentir mayor y le quita naturalidad a lo que hizo, a lo que hace. Porque el arte, cuando conecta con miles de personas, es natural o no es. Es verdad, mezcla de observación sensible, biografía y fantasía, o no funciona más que un rato, lo que duran las modas. A José Luis García Cossío (Cádiz, 1962) cabe aplicarle el mismo calificativo. Fue y es un pionero. Creó, con la misma naturalidad, con talento, ayuda de otros y la fortuna que se atribuye a los que se atreven, un nuevo tipo de chirigota. Construida sobre la realidad cotidiana y con el objetivo indiscutible de alegrar, de divertir. Ubicó un personaje completo, hilarante pero tierno y triste por lo común, donde antes había un tipo. Ahí se encendió el cariño, la complicidad de un público que reconocía al instante lo que veía en el escenario, en la pantalla. Así surgieron de los borrachos a La Pepi, del titi a las marujas, del banquero avaro al inolvidable lacio. En estas dos trayectorias -tan distintas en género y caracteres pero tan coincidentes en el tiempo, las críticas iniciales, el seguimiento y el aluvión de reconocimientos posteriores- está la verdad del arte cuando atiende a la vida que le rodea. Antifaz de Oro, Baluarte del Carnaval, finalista crónico y ganador de cinco primeros premios en el Falla, guionista, protagonista de documentales e incluso actor (en cine, en chirigota siempre lo fue), Selu vuelve a ser pionero involuntario en estos días sin Carnaval.

 

Ahora es de los primeros en otros aspectos. En atreverse a reivindicar el Carnaval de Cádiz como un medio de sustento económico, como actividad profesional, como una fuente de ingresos estable u ocasional para algunos gaditanos. Mantiene que no sabe dónde está el conflicto, el mal, en admitirlo y reivindicarlo, con orgullo. También es de los adelantados en asegurar que después de esta interrupción tan dolorosa de todo, la fiesta gaditana saldrá fortalecida, mejor y más grande, más fuerte y más feliz. Desde la pandemia de 1918, desde la Guerra Civil, no se detenía la mayor tradición gaditana, que se queda encerrada como todo, como todos, este invierno. Pocos tienen su perspectiva, su experiencia, para analizar el Carnaval más extraño que han vivido los que tengan menos de cien años, el No Carnaval, sin Concurso, sin calle, sin bullas, sin vernos, sin cuplés, romanceros, sin saludos.

 

¿Cómo está viviendo este enero, febrero, tan doloroso para todos y tan extraño para los que esperaban el Carnaval cada año como aficionados, intérpretes, autores…?
Es un enero raro, claro que sí. El más raro. En todas las partes de nuestra vida se han cortado las rutinas, ha cambiado todo de pronto. Pero prefiero no darle más vueltas de las que ya le damos a la parte más triste que estamos viviendo en las familias y en la gente que nos rodea. Prefiero verlo como una parada biológica. Una pausa que da tranquilidad y que, a los que vivíamos el Concurso, nos permite estar más relajados. Yo soy de los que piensa que, si apartamos lo único importante que es la salud de todos, nos va a venir muy bien un año de pausa. Estoy seguro de que cuando podamos volver habrá un salto en todo, en calidad, en frescura, en alegría, en positividad, en ganas. Y no hablo sólo del Carnaval, que puede parecer banal y frívolo, me refiero a todo en la vida. La gente está deseando volver a salir con normalidad, ya sin miedo a contagiarse. Y cuando pueda hacerlo va a tener más ganas de vivir y va a valorar más las cosas que ahora no podemos hacer, de tomarse un café con un amigo a abrazar a un familiar, de escuchar una chirigota a cantar con tu grupo. Muchas cosas que nos parecían normales, hasta las monótonas o pesadas, nos harán disfrutar más que antes porque las habremos perdido y les daremos el valor que tienen. Después de cada fin del mundo, porque esto ha sido un fin del mundo, viene un renacimiento, un reseteo, un resurgir. Y en el Carnaval pasará como en lo demás.

 

¿Es la primera vez que se queda sin Concurso, sin cantar con su grupo de ese año, en 40 años de participar en comparsas, primero, y chirigotas?
Sin Concurso me quedé dos años, aunque sin Carnaval, no. No participé en el teatro el año que hice la mili, que iba a salir con la comparsa ‘Los Comuneros’, aunque luego estuve cantando con ellos muchas veces ese año. Y, ya con la chirigota, tampoco concursé el año que nació mi hijo, aunque luego me pasé parte del año cantando con la antología. Así que no fui al Concurso pero sí tuve mucho Carnaval esos dos años.

 

Usted dijo en una entrevista hace dos años que su único objetivo es “hacer reír porque la pena ya nos viene dada” ¿En estos días mantiene la propuesta? ¿Es más difícil? ¿Más necesario?
Es que creo que hacer reír es más difícil que hacer llorar. Siempre me hubiera gustado decirle a los que escriben letras maravillosas sobre la pérdida, la muerte, la enfermedad, el desamor que se pongan en la piel del que las escucha. Porque para cada uno de nosotros, esas coplas son como puñaladas, te recuerdan tus pérdidas, las muertes que has sufrido. La vida ya es trágica desde el principio. Desde que naces, te estás muriendo. Ya lo sabemos todos. Por eso yo prefiero intentar buscar la alegría, la risa, la diversión, el rato que te saque de esa tragedia que todos llevamos dentro. Yo lo comparo con la gente que ve una caca de perro por la calle y se acerca, a mirarla, con detalle. Ya sabemos que es real, que existe, que nos da cosa pero no creo en que tengamos que recrearnos. Yo siempre quiero hacer reír, dar un rato de alegría al que te escucha y te ve. Y ahora lo pienso tanto o más que antes, claro.

 

¿Está preparando una obra musical con los mejores personajes de su chirigota?
Tengo bastante avanzado el guión y será una obra en la que aparezcan muchos de los personajes que más han calado, con una trama que los une y da pie a las actuaciones. Por poner un ejemplo, por orientar, el matrimonio protagonista podría ser la maruja y el marido de ‘Lo que diga mi mujer’, el lacio podría ser su hijo, la Pepi, su hija u otro familiar, un vecino puede ser el titi o la familia le pide una hipoteca al banquero… Será una forma de recuperar esos personajes que luego no caducará. Es más, puede añadir futuros personajes de chirigotas que le gusten al público. Tendrá acompañamiento musical orquestado. Estoy muy ilusionado con ese proyecto.

 

¿Ese proyecto le ha permitido recuperar algún personaje, algún tipo, que cree maltratado en su día?
Creo que algunos de los personajes de la chirigota se han comportado como el menudo, que está mejor de un día para otro, como el vino. Saben mejor cuando están asentados, cuando ha pasado un poco de tiempo. Por ejemplo, creo que pasó algo así con ‘Las Marujas’, que en su día parecía que no pegaba y luego no nos lo han dejado de pedir, quieren que lo cantemos siempre, en todos los sitios a los que vamos. Ese proyecto es una ocasión de reunirlos a todos.

 

¿Hay algo más que intención de alegrar en esos personajes recordados? ¿Hay tristeza, ternura? 

Para mí, todos esos personajes son homenajes, un reconocimiento a la gente corriente, a la que vemos todos los días en cualquier sitio, a la que nos rodea. Yo admiro mucho a la gente que me encuentro así, la quiero, y es una forma de darle un reconocimiento

 

 

Usted ha sido de los primeros autores en admitir que vive del Carnaval, en reivindicarlo como fuente de ingresos.

Es que no entiendo a qué viene negarlo, es como tener complejo de ser guapo. En cualquier lugar del mundo sería un orgullo, para toda la gente de una zona, profesionalizar una manifestación musical propia, local. Sería un motivo de satisfacción que lo tuyo, lo propio, gusta. No llego a entender qué está mal en admitirlo. Haces un repertorio, lo ensayas, lo cantas, hay gente a la que le gusta, dispuesta a pagar una entrada en un teatro, en un local. Sale ganando el promotor del espectáculo, salen ganando técnicos, trabajadores del local, el público tiene lo que quiere ver, ganan artesanos o maquilladores, o encargados de costura, transportes, gana la hostelería alrededor del local que acoge la actuación… Qué hay de malo en que los que actúan reciban también una parte si todo se hace en regla, de forma legal. Es que no sé en qué parte está el mal, no le encuentro la parte negativa o el conflicto a que determinada gente, la que actúa y forma parte de eso, tenga unos ingresos permanentes o, a lo mejor, ocasionales. No sé por qué hay que criticarlo. El término ‘pesetero’ se inventó en Cádiz y, en el fondo, no sé lo que significa. Cuando se han dicho pamplinas sobre eso, la única explicación que se me ocurre es la envidia.

 

De hecho, este febrero sin Carnaval va a tener impacto en muchas familias.

Suena banal o frívolo hablar de esta parte, suena ridículo decir ‘qué pena que no hay Carnaval’. El Carnaval en sí, como fiesta, da igual porque lo único importante es la salud y la vida de tanta gente, pero tampoco podemos negar las consecuencias que tiene. No hablo ya tanto de agrupaciones o autores. Es lo que hablábamos de transportes, hoteles, bares, el comercio, el turismo, artesanos, maquillaje, distribuidores de mil cosas… Todo lo que mueve el Carnaval en Cádiz. Mucha gente se va a quedar sin esos ingresos en una ciudad en la que no hay muchas alternativas. En la parte económica, es dramático, aunque no sea la más importante.

 

Por volver a buscar una mínima luz optimista en estos días tristes para los aficionados, el Carnaval también puede aprovechar para revisar el Concurso de Agrupaciones que tanto debate provoca

No lo sé, porque se le ha dado tantas vueltas… Yo solo pido que el jurado sea elegido entre personas que tengan cierta idea, que se quiten los trapicheos y mamoneos. Yo me he encontrado hasta gente que se ha pavoneado en redes sociales de haber hundido a mi chirigota como miembro del jurado. Sólo pediría que fuera gente que actuara sin maldad. Luego va por gustos, es algo subjetivo. También que se intentara limitar la participación de los que vienen por probar, por vivir la experiencia, los que acuden como por un efecto llamada solo por decir que también actuaron en el Falla. No hablo de agrupaciones buenas o malas, hablo de actitud, no de aptitud, como le digo a mis hijos. El que venga con respeto, siempre bienvenido. Quizás habría que buscar una fórmula para los que vienen sin respeto. No sé si una preselección en otro escenario. Es difícil.

 

 

Selu en el Oratorio de San Felipe, uno e los lugares emblemáticos del Carnaval / F. Jiménez