BASADO EN UN HECHO REAL, POR JUAN JOSÉ TÉLLEZ

San Valentín y Cupido también suben a las tablas del Falla

Por  2:55 h.
San Valentín y Cupido también suben a las tablas del Falla

 

Ah, el amor, qué bonito es el amor convertido en eslogan publicitario. Cada 14 de febrero, el mejor regalo es un beso. O una copla. Y hay donde elegir, amor mío, porque no han faltado cupidos y sanvalentines en la historia del carnaval gaditano. Tan afinados como ‘Los rompecorazones’ (2010) de Chiclana, o manifiestamente mejorables como ‘La plaza de los amores’ (2004), de Alcalá de los Gazules.

Hay letras de amor, tan sentimentales como sensuales: «Déjame que te desnude/, una luna y otra más,/ soy un animal sediento/ que se come tus alientos jadeantes/ y tu mente un mapa encierra/ con las rutas de tu tierra/ y los caminos de tu mar», cantaban ‘Los Grimpis de Cai’ en 2002. Y no extraña que el Carnaval de Cádiz haya nutrido de andys y lucas, de kikos y sharas, el imaginario sentimental de la adolescencia española.

Y hay un ideal del hombre y de la mujer como el que expresara Juan Carlos Aragón con ‘Los Yesterday’ hasta merecer una frecuente versión al piano de Alejandro Sanz: «Yo prefiero seguir buscando/ los defectos y los encantos/ de una dama golfa y valiente,/ verdadera como la guerra,/ despeinada como la tierra/ y canalla como la gente./ Yo prefiero una compañera/ perfumada con la madera,/ con el cuero y con la palabra… hembra.».

A pesar del machismo frecuente y mayoritario del Carnaval, tan parecido al de la calle y del que me hablas siempre, te digo que tampoco faltaron hombres comprometidos con la igualdad, como quienes le rindieron homenaje a ‘La mujer luchadora’, en forma de comparsa. O quien apuesta por el lirismo como Antonio Martínez Ares en ‘La Milagrosa’ (2000): «Como la muerte a la vida,/ como un tonto a un san benito,/ como el frío al mes de enero/ como el nudo a la corbata,/ como el rey al monedero./ Hunde un cuchillo, marinera,/ a ver si muerto ya te enteras/ nadie habrá que así te quiera,/ así como yo te quierooo».

El amor viene así de esta manera, que diría el clásico. Nada es eterno, dijo también. Mucho más becqueriano, Tino Tovar lo pintaba así en ‘El espíritu de Cai’ (2005): «Qué más da ya lo que hablemos,/ qué importa ya nuestra suerte,/ tengo clavada una espina/ y estoy herido de muerte/ que por mi culpa culpita/ se que tú ya no me quieres».

Claro que el amor no solo termina a veces en desamor sino en los tribunales. Y tienes razón, como casi siempre: pocas letras recordamos dedicadas al incumplimiento frecuente de las cláusulas del divorcio por parte de hombres que dicen querer a sus hijos pero no pagan las pensiones. Hay mucho victimismo, como en la comparsa ‘Mal de amores’ de 2011. Aunque a veces, como en ‘Los Valientes del Sheriff’, quepa una mirada tan lacrimógena pero más ecuánime: «Mare, ve con tu mare./ Con el cariño de una madre/ cuando juega no se puede competir./ Ni tal padre, ay Dios mío,/ ¿Por qué no me hiciste hembra/ pa poderlo haber parío?».

A veces, el amor que no muere, mata, que diría Joaquín Sabina. Mata y mucho. Así que uno se queda -¿qué quieres que te diga?- con el pasodoble de ‘Los Santos’ en el que Jesús Bienvenido rendía homenaje a los nombres de las mujeres y al triste final de muchas de ellas. Quizá no convenga olvidar que durante la Ley Seca, el Día de San Valentín dio nombre a una célebre matanza.