Valoración: BUENA
Los pacientes son los pescaores que aguardan caña en ristre a ver si pica alguna buena pieza. Metáfora de esta Cádiz tan paciente, con el segundo puente, con el hospital, con el trabajo... “hasta que un día aquí se acabe la paciencia”. Excelente irrupción, pues la presentación va ‘in crescendo’, como ocurre con esas personas que comienzan hablando con tranquilidad y se les va calentando la boca hasta que al final estallan. Melódico el inicio, contundente después, muy bien desarrollado en su parte escrita.
Pasodoble muy ‘picao’, al compás del 3×4 original. Algo acelerado al ser el primer día, por lo que cuesta reflexionar sobre los versos escuchados. Corte muy clásico en el compás y el ritmo, pero la pluma de Fran Quintana se resiente a esa velocidad. El verso vuela y necesita echar el freno para poderlo cazar. Primero de medida para presentar la música, con alusiones al tipo. El segundo es original y crítica sin matices a quien defienden el consabido pin parental. “Edúcalo a tu forma. Que sólo esté en la escuela ‘pa’ estudiar maestría, no esas guarrerías”.
Por si alguien tenía alguna duda, a estas alturas, dos cupleses contra Vox. Y trabalenguas en el estribillo. “Quién no se queda pescando, quien no se queda pescando”. Los pacientes pescaores arreglan el mundo en un pis, pas. La soberanía del parlamento de la escollera.
La calma llega en el popurrí, con cuartetas más serenas. “Yo no tengo más fronteras que el alcance de mi caña”, cantan. Preciosa oda a las dificultades que forman parte de la vida. “Antes que la mar en calma, me quedo con la mar bravía”. Al igual que con ‘Los buscaores’, Quintana le toma perfectamente el pulso a esta pieza final que le permite desarrollar su talento literario y musical. Dice cosas. El grupo tiene brío y una afinación perfecta. En cuanto a la autoría, cuentan con uno de los escritores que mejor conecta. No obstante, se agradecería algo de temple, reducir las revoluciones para poder captar mejor el mensaje.