Valoración: BUENA
Iván Romero se erige como Segismundo Moret. Su versión petrificada, delante de San Juan de Dios. La estatua observa desde su pedestal las conversaciones deshilvanadas de los tres niños. Arte a rabiar y mucho desparpajo para continuar la senda marcada por el cuarteto moderno de principios de este siglo. Carmen la Nerviosa (Pedro Tamayo) ya tiene un nuevo personaje hilarante y disparatado para llevarlo al límite: el hombre bipolar. Feliz y triste, optimista y pesimista a partes iguales, cambiando de actitud continuamente. Junto al barrendero, el introductor de cada golpe, el ‘entendío’ que sabe de todo. Los tres actores de la parodia que irán mudando de piel cada sesión.
Sobre el blanqueamiento anal el primer buen cuplé; a ellos les han puesto el culo rojo. El segundo al Kichi y su amplitud de dimensiones. Ha puesto el carril bici y no coge la bicicleta. “Cada vez hay más gente en Cádiz pero menos gaditanos”, apuntan en el estribillo. Mejoran sustancialmente tras el sainete de la parodia, creciendo el repertorio y poniéndose a la altura de la interpretación. Las risas son las mismas pero la calidad va ‘in crescendo’
Historias de Cádiz en el tema libre, muy localista. David Palomar se arranca con sus cantecitos, rítmicos aunque menos graciosos. Un auténtico ‘showman’ que inunda el escenario y traspasa esa pared para fundirse con el público. Por su parte Romero, la estatua, habla poco pero es quien aporta el punto cuartetero al astracán. Final sentido y por todo lo alto (ya el cuarteto moderno no queda exento de esta pieza que trabajan las otras modalidades). Representan una ruptura más que evolución con el cuarteto clásico, primando mucho más la interpretación que el repertorio. Estos venden mantas en agosto en Sevilla. Y funciona.
La ficha del cuarteto ‘El cuarteto del More…’