Los salvajes están marcados este año por la despedida de su capitán. El gran Faly Mosquera, director de directores. El grupo arroja pasión sobre las tablas, por momentos excesiva si no acompaña el mensaje. La presentación detalla perfectamente la idea: “El futuro ya ha llegado y no nos dimos ni cuenta, esclavos de una pantalla sin levantar la cabeza”. La involución, la decadencia que no hay quien la pare. Uno piensa que va avanzando, pero vamos dando pasitos para atrás. Y nos estamos volviendo salvajes.
Buen concepto a la par que original, un acierto con respecto a La Manada y Los Zincalé.
El pasodoble es especialmente bonito en algunas partes, cuando nace, en sus primeros pasos, y en el picaíto que anuncia el final. Pero muy muy largo. En ellos el autor aprovecha para hacer un convencional piropo a Cádiz y posteriormente denunciar la situación de los fríamente llamados MENA (menores No Acompañados). Que son niños. Descriptivo, prosaico, cuenta la historia de uno de estos pequeños inmigrantes que se juegan la vida. Toca la fibra por la verdad de lo que cantan.
El inicio del cuplé recuerda a Ruibal y su himno del Cádiz CF. Mejor el segundo, sobre los asistentes virtuales y la consabida Alexa, que lleva tres años haciéndole la comparsa al Chato. “Si no me vuelvo salvaje, al final me vuelvo loco”, estribillo de manual del comparsista actual.
Popurrí más rojo que verde. Denuncia ecologista pero sobre todo política y social. Dedica el tramo central por su crítica al gaditano y su indolencia. “Aunque no hay rubia de bote pocas cosas han cambiado. Pero da igual, en Cádiz siempre es Carnaval”. Ritmos africanos, mucha percusión. Los Alemania se gustan aquí. La comparsa tira de fuerza y potencia, su virtud, sacrificando la dulzura en compases que son necesarios. Mosquera no defrauda.
FOTOS: Comparsa de Fali Mosquera ‘Los salvajes’ en el COAC 2020