Ni el primer premio del año pasado ni la montaña de elogios que está acumulando su comparsa son suficientes para que Antonio Martínez Ares se relaje. Justo después de la actuación de su grupo y aún con la tensión en el rostro, el autor atiende a LA VOZ y admite que «se empiezan a descubrir todas las cartas».
El comparsita continúa viendo el Concurso del Falla como «un elemento muy vivo» en el que cuartos es una fase decisiva «casi para todo». «Todas son importantes, pero cuartos tiene algo muy especial», asegura y en consecuencia ha actuado con dos pasodobles maravillosos.
Sobre la evolución de esta edición del COAC no avanza demasiado: «Te voy a ser sincero, no sigo el Concurso, con lo cual no puedo emitir un juicio de rigor». Eso sí, detalla sobre su trabajo que este año trae «una composición compleja, pero muy gaditana». Esa eternidad que da nombre al grupo la describe como «un Cádiz inventado donde llevar a gente que he querido mucho y que ya no está conmigo» y reconoce que ya era una idea que le rondaba en la cabeza desde su etapa anterior, macerada y mejorada durante los trece años que faltó en el Falla.