Manolo Santander, el pellizco de otra época

"El sello añejo debe prevalecer", afirma Carlos Pérez, el reflejo de lo que significa la evolución para esta chirigota

Manolo Santander es Cádiz. La risa improvisada, el golpe inesperado. Y la discreción perpetua. Al caer el telón, el chirigotero gaditano se abrazaba a sus compañeros emocionado, y al levantarse el trasero… Manolito ya no estaba. Cansado de tanto trajín, delicado de salud, el veterano carnavalero cedía la gloria a sus amigos mientras se marchaba con sigilo por una de las puertas escondidas del Gran Teatro Falla. Allí le esperaban sus dos hijos, también carnavaleros, y su mujer, el bastión de la familia.

Y si Manolo es Cádiz, su pasodoble es el pellizco de otra época. “El sello añejo debe prevalecer. Mi padre dice que cuando lo escucha le recuerda a su juventud, incluso a melodías de Paco Alba’, afirma el ‘viejoven’ Carlos Pérez, precisamente el reflejo de lo que representa la evolución para esta chirigota. ‘La maldición de la lapa negra’.

Este año, la chirigota localista por excelencia, cartel que le han colgado y que ellos han recogido de buen grado, ha dado un pasito más hacia fuera. “Mantenemos la esencia aunque no hemos querido ser tan localistas como otros años. Hay una vuelta más, No podemos ser tan egoístas y hablar sólo de cosas que entendemos nosotros. Hay que abrir el abanico un poco más”.

Apunta que “la espera desespera, y estábamos desesperados. Vemos a los demás grupos y nos encantan, así que queríamos soltarlo ya”. La reacción  ha sido inmejorable, especialmente tras la interpretación de los dos pasodobles. “Lo he soñado, y ha pasado como en el sueño. Se han tirado de coco”.

Ha sido un año “complicado” por motivos de salud del autor, “pero pese al mal trago, lo hemos podido llevar bien y Manolo ha sido la persona que ha ido con más ganas a ensayar”. Este Carnaval, el corazón de esta familia palpita aún con mayor velocidad y pasión.

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