El Carnaval de Cádiz no es sólo Antonio, Juan Carlos, Enrique, Constantino, Luis, Julio o Manolo. Es sobre todo Love, Sheriff, Cabra, Piojo, Pellejo, Mac Gregor o el Sopa. Apodos, motes, sobrenombres pero… ¿por qué te llaman así? Es propio de los pueblos y ciudades pequeñas y recogidas, donde todos se conocen, que a los vecinos no se les llame por el nombre de pila sino que adquiere una entidad propia, ya sea por herencia o por cuestiones físicas. Eso la mayoría, porque hay algunos que no tienen sentido alguno. Una vez se le llamó así… y ya se le quedó, como se suele decir.
Uno de los progenitores, de las primeras figuras de esta fiesta, padre del tango, prácticamente ni responde a su nombre. Antonio Rodríguez Martínez puede ser cualquiera, pero el Tío de la Tiza es el compositor del himno gaditano: ‘Aquellos duros antiguos’. Se le quedó aquel mote no porque fuera profesor y escribiera en la pizarra, sino por su costumbre de apuntar las consumiciones en las mesas de madera de la tienda ‘ La Lonja de Cádiz’. Y a principios del siglo pasado, Ramón Díaz Gómez se ganaba su apodo por el famoso tenor lírico español Miguel Fleta. Él se quedó en Fletilla. ¿Y el carota? Pues eso, mucha cara y poca vergüenza.
Las genialidades del gran Paco Alba le hicieron merecedor del título de ‘El Brujo’, que décadas después inspiró la comparsa de Martínez Ares ‘El niño’. Por su juventud, no más (cogió el grupo de la peña Nuestra Andalucía siendo menor de edad). Alba protagonizó febreros de guerra de pasodobles con el viejo coplero, Antonio Martín. ‘El cabeza’. Un sobrenombre muy típico de esta ciudad y que hace referencia al excesivo tamaño de la chola. Dos genios con grandes directores. Como José Rodríguez Hurtado, ‘Chatín’, por lo de Chato; y Antonio y Pedro Trujillo, ‘Catalán grande’ y ‘catalán chico’, por sus vivencias de pequeños en tierra catalana. Su madre emigró a Barcelona y conoció a su padre. Allí se casaron y nació el primogénito. Apodos que han heredado los hijos de Antonio: Ricardo, David y Paco. La cantante Merche, la niña del Catalán chico, parece que ha esquivado el sobrenombre.
Tiempos de grandes voces, como las de Manolo Serrano ‘McGregor’. Es así porque el octavilla se parecía mucho al muñeco que aparecía en la etiqueta de la botella, el escocés Jhon McGregor, y hubo quien se lo incluyó en el libreto de la agrupación. Ya fue imposible separarse del personaje publicitario. Como Antonio ‘Caracol’, un apelativo que no se debe al cantaor flamenco o a su semejanza en la estatura con el animal, sino que “tengo el pelo rizado y de chico se me quedaba el ‘caracolillo’ en la frente. Y así se quedó Caracol. Como no me ponga gomina, se me cae el rizo”, afirma el protagonista.
Si no tienes mote, ‘Tú no eres de Cadi’
Entre los chirigoteros es costumbre y tradición. Si no tienes un mote, ‘tú no eres de Cádi’. Cabra, Selu, Petra, Yuyu, Sheriff, Carapalo, Remolino, Canijo, El ojo, Bizcocho… Y Love o Lobe, como indica el propio protagonista José Luis Ballesteros, que asegura que su sobrenombre no tiene nada que ver con el amor. Le viene de jugar a los combois, cuando utilizaban los nombres de personajes yankees. Mientras su amigo era Anthony, él era ‘Lob’, de Luis. Su inseparable Cabra se disfrazó de este animal en una chirigota infantil del año 1979 de Enrique Villegas, (‘Los Españoles’), y lo hacía de maravilla. Tuvo que causar impresión. Como los andares de José Manuel Braza Benítez ‘el sheriff’, que se asemejan a los de un jefe vaquero del lejano Oeste. Lupo es ‘víctima’ de sus grandes lentes, al Popo de niño le regalaron un ‘popodrilo’ (el pobre crío no pronunciaba bien el nombre del reptil), y a Fernando Casas le dio por hacer la batidora en sus actuaciones… y se popularizó gracias a la pequeña pantalla. Más allá del puente se han incorporado grandes apodos en las últimas décadas. El sevillano Antonio Álvarez ‘Bizcocho’ recoge el mote de su progenitor. “Es hereditario. En realidad el Bizcocho es mi padre, que se parecía a un jugador del Betis. Cuando yo empecé a jugar al fútbol pues también me cayó a mí”. Lo del Canijo de Carmona de Antonio Pedro Serrano… Pues ni era canijo (ahora está en ello) ni es de Carmona, pero comenzó a traer las chirigotas desde este pueblo sevillano.
El genio cuartetero Emilio Gutiérrez Cruz ‘El Libi’ recuerda que se quedó con este apodo “por una levita que llevaba mi padre para ir a trabajar en el muelle. Él siempre me llevaba por ahí y se me quedó el Libi chico”. Al igual que el vigilante de seguridad, José Guerrero Roldán no se puede separar de la figura del Yuyu. “Pues en realidad no sé de dónde me viene el mote. Empezaron a decírmelo cuando estudiaba FP pero no tengo ni idea de por qué”: Y mira que se lo preguntan. Como a Vicente Lázaro, ‘Laly’. “Jugaba mucho al fútbol de pequeño, en la época en que el Cádiz CF fichó a varios futbolistas del Este. Vinieron Gallis, Pivarnik y Lalovic. Y me quedó este último. Por mucho que mi madre insistiera en que Vicente era un nombre muy bonito…”. También tiene su origen en el balompié la memoria de ‘El Petra’, del mítico Carlos Lapetra.
En comparsas, grandes voces de la fiesta, intérpretes reconocidos en la actualidad, han perdido prácticamente el nombre y se quedaron con el apodo. Por ejemplo Paco ‘Pellejo’: “Es muy sencillo. Cuando era chiquitito yo era muy nervioso. Jugaba al fútbol, siempre para arriba y para abajo, estaba muy delgado y era un manojo de nervios. Y los amigos de los graciosos pues empezaron a decirme que sólo tenía pellejo… y Pellejo para toda la vida”. O el Chupa, ya que de pequeño sus compañeros decían que por su prominente cabeza. “Parece un chupa-chups’. Toni ‘Piojo’ proviene de una reconocida estirpe de la ciudad y lo hereda del padre, que a su vez lo tomó el abuelo “y ni yo sé por qué es”. ¿Y el Purri? Pues de José Sibón, Pepe, a Pepurri y diminutivo por la gracia de su madre. “Una vez llegó una carta a casa a mi nomber, José Sibón, y ella no sabía para quien era, hasta que dijeron que era para el Purri’. Así de fácil.