El Falla se convirtió ayer en un escenario peculiar. Con un público igual de entregado que en las sesiones en las que los grandes se juegan los premios y unos carnavaleros con toda la inocencia y la ilusión que muchas veces le falta a los que solo piensan en ganar.
En la tarde de ayer no hubo premios, ni competencia. Lo que sí hubo fue un derroche de ganas, de nervios y de orgullo. El de unas familias que veían, casi todas, por primera vez a sus pequeños pisando las tablas del Gran Teatro Falla y el de unos monitores que han realizado un gran trabajo enseñando y orientando a los niños y niñas.
En total por las el escenario pasaron 16 representaciones y más de doscientos niños de los ocho colegios gaditanos que han participado este año en la iniciativa. Todos pertenecientes a la etapa de Educación Primaria, con edades comprendidas entres los 6 y los 12 años. Además, actuó el coro de Afanas Cádiz.
A diferencia de que lo que se ha podido ver en determinados momentos en el Concurso de las categorías infantil o juvenil, los repertorios fueron totalmente acordes a la edad de sus intérpretes. Temas divertidos, desde los propios que les preocupan, la escuela o la familia, a personajes de actualidad. Divertidos también los tipos, que al igual que los repertorios han sido elaborados en las clases de Carnaval por los propios niños con ayuda de los monitores (todos titulados o estudiantes de Magisterio). En los disfraces, eso sí, se notaba que los padres también han echado una mano en la confección de los tipos.
La mayoría de los grupos trajo al Falla sones chirigoteros, con pasodobles y cuplés siempre ajustados al tipo. Sanitarios, egipcios, vaqueros o cocineros, todos tuvieron su sitio ayer, incluidas las ninfas infantiles, que no se perdieron la cita con sus compañeros.