Los carruseles, un fenómeno en eclosión desde hace dos décadas

Coros

Por  0:00 h.

Si el Tío de la Tiza, Cañamaque o El Quini levantasen la cabeza seguramente se sorprenderían con lo que ahora se está viviendo en el mundo del tango a efectos de calle. Cualquier aficionado de a pie siempre asocia el carrusel de coros con el Mercado Central, con la plaza para que nos entendamos en Cádiz. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, se han unido otros nuevos como el de los viernes en la Viña y, más recientemente, el de Segunda Aguada, el que se celebra en verano y este año, de forma extraordinaria, el del Mentidero al coincidir el Carnaval con la festividad de la comunidad autónoma andaluza.
Para empezar habría que recordar que ya ni siquiera el carrusel de la plaza es en la plaza, más que nada por las obras que se desarrollan en el Mercado Central y que han obligado a su traslado a los tres recorridos alternativos. Si cualquier tiempo pasado fue mejor, que dirían los nostálgicos,  a lo mejor en futuro no se produce el retorno a la plaza porque la experiencia acumulada de estos tres años ha sido bastante satisfactoria y los artistas y el personal se han acoplado perfectamente a Candelaria, Mina y Novena, por poner tres ejemplos.
Carrusel de La Viña
Uno de los días con menos actos oficiales era, precisamente, el viernes de Carnaval. Para dotar a esta jornada de una mayor vitalidad carnavalesca se optó, hace aproximadamente dos décadas, por instaurar el denominado carrusel de coros de La Viña. Además, como se dice vulgarmente, se mataban dos pájaros de un tiro, ya que se exportaban las coplas al rincón más arraigado por excelencia en febrero. La iniciativa cuajó en principio y se fue consolidando con posterioridad. Ya se ha asentado como una cita ineludible. De todas formas parece haber entrado en un cierto receso en los últimos tiempos, más que nada porque se termina convirtiendo en un enorme botellón. Para colmo, tradicionalmente, suele estar acompañado por el mal tiempo.
Desde siempre se ha tenido el concepto equivocado de que las antiguas Fiestas Típicas eran patromonio casi exclusivo del centro de Cádiz. Hace poco más de diez años, un grupo de vecinos de la Segunda Aguada entendió que se podía revertir la situación y se lanzaron a la piscina. Convencieron a los comerciantes del barrio para que apoquinaran y, al final, todos contentos porque lo que nacía como idea experimental se ha convertido en un carrusel irrenunciable a juzgar por la respuesta de coros y público.
La Regata de 2006 sirvió de punto de partida para la celebración de un carrusel de coros veraniego que también ha tenido continuidad en estíos sucesivos. Para rizar el rizo, hoy al ser festivo en la comunidad, se ha organizado otro en el Mentidero. Está claro que el que no se aprenda los tangos y cuplés es porque no quiere.