
Hay aficionados que defienden que les gustan las preliminares porque se descubre lo mejor y lo peor, porque incluyen la sorpresa de lo soberbio y lo ridículo, porque incluye todas las caras del Carnaval. La sesión de anoche es de las que les habría gustado, una de esas que cargan de razones su argumentos y de argumentos su razones. En apenas tres horas pudo contemplarse la luz y la sombra de esta primera fase. Entre lo luminoso, el coro de Julio Pardo, de repertorio aún discutible pero de puesta en escena espectacular, impactante y arriesgada. También fue posible disfrutar de la resucitada comparsa de El Puerto que, aunque apuesta por una propuesta compleja como es representar a Jesucristo, asombró con su potencia vocal y gustó con sus letras. Por contra, la misma noche incluyó el momento más bochornoso del certamen de este año y de muchos de los últimos. Un cuarteto pacense, de gran protagonismo femenino, se presentó con un repertorio indigno de una representación escolar de Primaria. Como deben carecer de autocrítica, fue necesario echarle el telón antes de tiempo para que el respetable pudiera conservar tal condición: el respeto.