El concurso de 1980 dejó varios momentos históricos que perviven la memoria de los carnavaleros. La comparsa Caleta regalaba letras de obligado aprendizaje para el gaditano y el sentir popular desafiaba a la organización con un apoyo masivo a las tres comparsas que plantaron cara a la Final a las puertas del Falla, entre ellas la de Antonio Martín.
Pero no fue el único revuelo destacado de aquella ajetreada edición. El gran debate lo provocó un grupo de mujeres de la peña Los Molondros que fueron pioneras sin saberlo. Su único objetivo era disfrutar del Carnaval igual que sus maridos, pero acabaron siendo la primera chirigota formada íntegramente por mujeres en pisar el Teatro Falla. La primera y la única, 40 años después.
Todo Cádiz hablaba de aquel grupo de mujeres… y de sus maridos. No eran pocos los que consideraban que el Carnaval era cosa de hombres e incluso muchos de los peñistas se opusieron a la inocente idea de hacer un repertorio interpretado por ellas mismas en ‘El Molondro’.
Otros, sin embargo, ayudaron a sus esposas no sólo con la letra, sino enseñándoles desde cero a tocar el bombo o la caja. «Había peñistas enfadados por lo que se formó», explica Rosario Mateos, madre de los Carapapa, una de las integrantes de aquella chirigota.
Su marido, uno de los impulsores del grupo, lo recuerda bien: «Nos cayó un chaparrón bueno a los maridos… de hecho nos llamaban ‘Los cabrones del 80’, eran otros tiempos. Pero nosotros éramos unos cachondos y nos daba igual. Eso sí, había varios a los que no…».
La polémica, que sobrepasó los mentideros carnavaleros, sacaba a relucir los niveles de machismo propios de la época. Y un reportaje en TVE, la única cadena de televisión del momento, multiplicó su difusión.
El equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz, consciente de la repercusión que habían tenido, les invitó a la Final del concurso. De esta forma, Las molondritas se convirtió en la primera chirigota femenina en interpretar su repertorio sobre las tablas del Falla.
Pero la cosa no iba a quedar ahí. Durante los siguientes meses demostraron que las mujeres también podían formar parte del mundo carnavalero en escenarios con gran afluencia de público: desde el pregón, que ese año estuvo a cargo de Fernando Quiñones, pasando por la gala de los Antifaces de Oro y hasta en distintas localidades de la provincia.
Cantaron junto a Los Simios, Los payos gitanos, Las danzarinas locas… «Lo pasamos divinamente y ensayábamos todos los días; a veces llevábamos a los niños porque ellos –los maridos, que tenían otra chirigota– tampoco se los quedaban… se quedaban embobados», recuerda Antonia Nieto.
Uno de ellos era David Márquez Mateos, ‘Carapapa’, que creció viendo con naturalidad un hecho que era histórico. «No le di importancia porque no era consciente de lo que significaba. Con los años he sabido que no estaba del todo bien visto. Si nos sorprende hoy imagina hace 40 años… eran tiempos muy difíciles en los que ellas fueron muy valientes», explica el ‘Carapapa’, que acompaña orgulloso a sus padres durante la entrevista.
La chirigota no tuvo un afán reivindicativo pero se convirtió en un símbolo. El propio ‘Carapapa’ deja constancia de la influencia de esta chirigota en su vida en uno de los pasodobles de la Azotea: «Si encima una molondrita a mí me pario – Y corre por mis venas sangre de coplero – Cómo escapo yo de este veneno – Si es que no puedo» .
Este 2020 se cumplen cuatro décadas de aquella historia que para muchos, incluidas sus integrantes, ha contado con poca visibilidad y reconocimientos. No ha vuelto a haber una chirigota formada íntegramente por mujeres sobre las tablas del Falla. ¿Por qué? «Para la chirigota hay que tener gracia. ¡Pues no tendrán la gracia que teníamos nosotras!», bromean las componentes entre risas.