La comparsa de Kike Remolino desciende de las alturas, del campanario, pero le ha robado la luz a Cádiz para representarla en sus faroles y en sus figuras. Las manos de las artistas ultiman los detalles en el cuarto de ensayo de este local gaditano, en la calle Jesús Nazareno. Más allá del maquillaje, en esta ocasión la fortaleza de la puesta en escena radica en esos faroles de diferentes tamaños que con su juego de luces expresan tanto como las voces o el mensaje de la propia agrupación.
Con el maquillaje de Sara Romero, la puesta en escena volvía a correr a cargo de Álvaro Ortega, de Arte y Vida. Numerosos detalles en el tipo, sobresaliendo la capa, con motivos dibujados a mano de un paisaje gaditano con la técnica del pintor neerlandés Vincent Van Gogh en su noche estrellada. Las lentejuelas cegaban como destellos, consiguiendo el efecto deseado. Otra obra de arte carnavalera de las que se multiplican por febrero.