Carnaval

La elegancia carnavalera que salvó un océano y un siglo

El pregón de Jorge Drexler repasa de la relación entre Cádiz y Montevideo y elogia el 'salero' de los versos gaditanosLa plaza de San Antonio se rindió a los ritmos y los versos de Drexler, que estuv

Por  1:28 h.
La elegancia carnavalera que salvó un océano y un siglo

Es común que, en una casa, sus ocupantes no sepan qué es lo que tienen hasta que viene alguien de fuera y lo valora. En Cádiz se ha repetido hasta la saciedad que en el carnaval se abusa del borderío, que es chabacano y vulgar. Por eso, Jorge Drexler, en su pregón de anoche en San Antonio, dio una lección de la elegancia del Carnaval de Cádiz, en especial de la fiesta en la calle, poniendo el acento en un amor que comparten el cantautor uruguayo y los autores de la Tacita: el verso. No estuvo solo, como clamaban los derrotistas, en su pregón: delante del escenario, miles de personas lo escucharon y vitorearon (muchos de ellos, más atraídos por su aspecto musical que por el acto carnavalero); sobre las tablas, el grupo de Jesús Bienvenido, Kiko Veneno, Javier Ruibal y el Gómez lo acompañaron por su declaración de amor al carnaval y la ciudad, en la que recordó los lazos que unen a la ciudad con su Montevideo natal.

La presentación fue sencilla. Un capitán se pierde en una ciudad con su globo aerostático y resulta ser Cádiz. «Pero no será Cádiz, Ohio, como nos pasó otra vez», preguntó el uruguayo. La prueba de que se encontraba en la capital se la dio un Policía Local, el agente Gómez, que le recriminó dónde había aparcado: «Lo siento pero esto es Cádiz y aquí hay que… pagar». «No entiendo la situación, no sé a qué viene esto, me llaman para el pregón pero… se ve que molesto», le responde el oscarizado pregonero que recibió el aplauso del público por esta irónica referencia a las críticas que ha recibido por su designación. A partir de ahí, se le notó más calmado y sonriente a lo largo del pregón, en el que fue intercalando canciones suyas como ‘Baile de candombe’, ‘Todo se transforma’, ‘El Tamborero’ y ‘Cai creo que caí’, la última de sus composiciones que interpretó con el grupo de Bienvenido. Claro está que a todos no les gustó que el pregón pareciera por momentos un concierto. El propio agente Gómez (el célebre chirigotero de la calle) le reconvino con que «la poesía a mí me encanta, y ese ritmo está muy guay, pero estoy echando en falta, algo que me huela a ‘Cai’», a lo que el compositor replicó adaptando una tanguillo de ‘Los anticuarios’ para decir que sí, que su apellido es difícil, pero «llámame como prefieras, pero yo me muero, porque tú me quieras».

Porque si algo recalcó el pregonero fue la envidia que le produce una ciudad «que en verso denuncia engaños, que en verso ama y protesta, y que una vez, cada año hace del verso una fiesta». Una fiesta que acompañó con una murga uruguaya, heredera de los gaditanos que fueron a principios del siglo XX a Uruguay. Y se despidió agradeciendo «los que han abierto su casa, para que venga en febrero, con el orgullo y la suerte, de ser, hoy, su pregonero»