OPINIÓN

LA CALLE

Por  0:21 h.

La calle del Carnaval bulle. Una auténtica metáfora de la sociedad en la que vivimos. Frente a una oficialidad anquilosada entre normas del pasado y presuntas revoluciones que nos acaban dejando en el mismo sitio, en la calle permanece la verdad. No hacen falta etiquetas ni nombres. La copla golfa, mordaz, sarcástica, esa especie que está en vías de extinción en el Falla, todavía se encuentra en El Pópulo, en la calle La Paz o alrededor de la plaza de San Agustín.

En este apogeo de la copla callejera juega un papel muy interesante la mujer. Tan denostada por la oficialidad del teatro, en la calle manifiesta su igualdad, o, incluso, su superioridad, siempre más inteligente, siempre más certera.

Pero no nos engañemos, la calle también concentra lo peor de nuestro Carnaval. Sí, quedan rincones exquisitos donde sentir esa extraña magia, la atmósfera que genera el público atento, la copla canalla y gamberra. Pero también están esos gamberros canallas que no son público de copla sino rebaño de botellón. Los que ensucian fachadas, queman muñecos o simplemente molestan. Este Carnaval nuestro se nos ha ido de las manos.

Hacía años que no pasaba el sábado de Carnaval por Cádiz y al ver tantos y tantas borrachas a las siete de la tarde percibí la medida del otro Carnaval de calle. Si no logramos separarlo, si no conseguimos reconducirlo, nuestro Carnaval sufrirá por su éxito. Pero lo que no debemos olvidar que Cádiz en su Carnaval es la copla y su protección es lo que mantendrá viva la fiesta.