-Usted no se deja ver mucho por el Teatro Falla pero ¿el Carnaval le provoca muchas vueltas en la cabeza?
-Para nada. Me encanta el Carnaval. Y me gustaría disfrutar más de
él, pero el trabajo me lo impide. Cuando tengo un hueco libre me escapo
al Teatro Falla, esperando encontrar un «cuele» para escuchar a las
agrupaciones.
-¿Y la situación actual de la sociedad le provoca vueltas en la cabeza?.
-La situación es preocupante y vivimos al borde de la locura. Eso
es lo que provoca actuaciones en determinadas personas que no llegamos
a comprender.
-¿El Carnaval es una buena terapia?
-La mejor. Provoca que te relajes, que te rías y que desconectes de la difícil realidad que vivimos.
-¿El Carnaval provocaría que muchos jóvenes diesen la vuelta a su actitud?
-Los jóvenes, cuando se implican en algo y creen en algo, ven sus
posibilidades. Y el Carnaval es una de esas bondades. Participan
durante meses en preparar una chirigota o una comparsa, se quitan de
algunas compañías que no son excesivamente buenas. Con las agrupaciones
tienen ilusión, y eso es lo más importante.
-¿Le daría la vuelta a aquellos que hacen daño a los demás?
-Sin dudarlo. Pero no por el cuello, sino por dentro. Me
interesaría en conocer en qué piensan y saber por qué actúan de
determinadas formas. Y con toda esa información, les daría la vuelta a
esa mentalidad y les haría recapacitar.
-¿A qué le daría la vuelta en el Carnaval?
-Nada. Me encanta esta fiesta. Me parece divertida, imaginativa,
que improvisa, que hace reír y llena de grandes recursos. Nadie es
consciente de la gran productividad de los autores.
-¿A qué le daría la vuelta en el Concurso?
-A casi nada. Me parece una buena fórmula. Aunque lo único que no
me gusta, en ningún concurso, es la competitividad mala. Aquellas en
las que se buscan rivales sin necesidad y enemigos. Quizás es el único
punto negativo que tiene el Concurso.
-¿Le sabe dar la vuelta a la tortillita de camarones?
-Sí, y muy bien. Le tengo cogido el punto al momento cuando hay que darle la vuelta. Aunque reconozco que a veces se me queman.