Salvo contadas excepciones –Fernando Quiñones, Antonio Burgos y pare usted de contar–, los poetas de libro no han sido capaces de emular a los poetas de libreto. Entre tu rima y la mía hay un punto y una raya, parecen decirse unos a otros: los primeros se contentan con las enciclopedias y los segundos con el calor popular. Epica y lírica, juglares y trovadores. Miguel Angel García Argüez (La Línea de la Concepción, 1969) ha sido capaz de cruzar esa tierra de nadie y moverse como pez en el agua en ambos mundos. Licenciado en Hispánicas, ha publicado libros de poemas, relatos, incluso un ensayo y una novela, al tiempo que llegó a ganar un premio como autor teatral. Y no contento con ello, ha incurrido en el documental, en la agitación poética, en el rock and roll y la música experimental. Item más, ha impartido talleres literarios, publicando a su vez artículos, reseñas literarias, críticas teatrales y reportajes de viajes en periódicos y revistas.
Lo mismo aparece como asesor de la Fundación Fernando Quiñones que como resistente del proyecto cultural alternativo ‘La Fábrika’, en la plaza de la Cruz Verde de Cádiz, ahora a pique de un desahucio por unas reparaciones que no terminan de llevarse a cabo. De hecho, milita en eso que ahora llaman altermundismo.
Esto es, la creencia honesta en que otro mundo es posible. Y otro Carnaval, también. Así lo demostró en la calle, con chirigotas ilegales de Chiclana, o en el Falla, formando una bien avenida pareja artística con José Antonio –Nene– Cheza Martínez, como ya demostraran con Los perdedores, El último escuadrón o con Los ruinas. Y si en el pasado, sus textos arremetían contra los tiranos y a favor de Palestina, esta vez su comparsa, bajo la dirección de Vicente Lázaro García, ha mejorado considerablemente de calidad y su repertorio coquetea con Quevedo y con Góngora en una sátira contra el dinero en los tiempos de la recesión: Si no existiera el dinero.
A favor de los obreros, contra la banca. A favor de los inmigrantes, contra la Europa fortaleza. A favor de Adela del Moral y de las mujeres, contra los cenutrios del dogmatismo machista.
Sus voces cantan quizá lo que el tópico gaditano no quiere oír: que las exhibiciones aéreas son muy vistosas, pero no pueden ocultar que los aviones militares llevan la muerte a medio mundo. «Arrodíllense, señores, que ha llegado el dinero», proclaman los comparsistas, inspirados sin duda por Paul Lafargue: «ni el dinero ni el trabajo han hecho más digno al hombre». Pero en ningún caso García Argüez, desde sus cuartetas, predica el nihilismo. Frente a la opulencia y el consumismo, propone el caballo de Troya de la belleza: esas emociones como contemplar la única plata que vale la pena, la del mar desde las torres miradores de Cádiz.
«Tanto tienes tanto vales dice la ley del dinero, pero amor con amor se paga», sentencia. Y frente a las cajas fuertes, la avaricia y las cadenas del oro que nunca ha hecho libre a nadie, el poeta, el narrador, el dramaturgo, el activista, el letrista de carnaval Miguel Angel García Argüez, que ha leído a los clásicos, sabe que el cariño verdadero ni se compra ni se vende: «Yo, con ver los diamantes,/ de tus ojos brillantes,/ ya tengo todo lo que quiero».
García Argüez, otro carnaval es posible
Paseando por la fama
Por Juan José Téllez , 9:39 h.